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AMLO, el populista II

Laura Rojas

Laura Rojas

Agora

La columna de la semana pasada fue la primera parte de una reflexión sobre por qué el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es un gobierno populista. He tomado como referencia el libro ¿Qué es el populismo? de Jan-Werner Müller, quien describe tres técnicas populistas para gobernar: “los populistas tienden a colonizar o a ocupar el Estado; los populistas implementan el populismo de masas; y los populistas usan el legalismo discriminatorio o justicia selectiva”.

En esta columna daré ejemplos sobre las dos segundas técnicas. Es claro que en un país con los niveles de pobreza y desigualdad como México una de las obligaciones del Estado debe ser la redistribución de la riqueza a través de programas sociales que subsanen las carencias de las personas de escasos recursos. En realidad, es lo menos que se debe hacer cuando la falta de educación, salud, desarrollo y empleos bien remunerados es precisamente responsabilidad del Estado.

El gobierno de López Obrador no es el primero en destinar un porcentaje muy importante del presupuesto público al apoyo de la población vulnerable. Programas como Solidaridad, que en la época salinista transfería recursos a través de comités vecinales para la construcción de infraestructura; su sucesor, Progresa, que en el gobierno de Zedillo otorgó los recursos directamente a las familias beneficiarias; el programa Oportunidades, de los sexenios foxista y calderonista, cuya innovación consistió en otorgar el dinero sólo a las madres y en establecer como requisito que éstas fueran regularmente a consulta médica y llevaran a sus hijos a la escuela; o el programa Prospera, del gobierno de Peña, son ejemplos de que las transferencias de recursos públicos en México llevan ya un largo camino, sin haber, lamentablemente, impactado considerablemente en la reducción de la pobreza.

La llamada Cuarta Transformación ampliará la población objetivo de sus programas sociales a todos los adultos mayores, quienes recibirán 1,275 pesos mensuales; a las personas con discapacidad, que recibirán la misma cantidad mensual; a los jóvenes universitarios de escasos recursos, que tendrán una beca de 2,400 pesos mensuales; los jóvenes que no estudian recibirán una beca mientras se capacitan trabajando de 3,600 pesos al mes; a los agricultores que viven debajo de la línea de pobreza, que recibirán 5,000 pesos mensuales y a las madres trabajadoras y padres, que recibirán 800 pesos cada mes.

Reitero que no se trata de oponerse a que la población vulnerable sea apoyada, sino de evitar un nuevo clientelismo de masas cuyo fin principal sea la construcción de una base electoral condicionada que permita a Morena perpetuarse en el poder. La ampliación de esta base social combinada con la cancelación de los recursos a organizaciones de la sociedad civil, muchas apartidistas, que durante años han hecho trabajo social, es un indicador de que el gobierno ha decidido que la exclusividad de la ayuda social será para él.

La tercera técnica identificada por Müller, la de la justicia selectiva, la de la “para mis amigos todo, para mis enemigos, la ley”, ha empezado a asomarse en el gobierno lopezobradorista, ya que mientras se ha iniciado una investigación por conflicto de interés al presidente de la Comisión Reguladora de Energía justo después de que éste cuestionara la falta de perfil de las propuestas del Presidente para integrar dicho órgano, se ha perdonado a los aliados del régimen como los integrantes de la CNTE o los líderes del sindicato petrolero.

No es que este tipo de cosas no se hayan visto antes, la diferencia es que los líderes populistas terminan haciendo lo mismo o más que las viejas élites inmorales corruptas a las que se opusieron, sólo que lo harán sin culpa y con una justificación supuestamente democrática. ¿Les suena?

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