Primavera mundial
• La pandemia ha dejado múltiples historiasde heroísmo y fortaleza entre nosotros.
Durante el último año, los seres humanos fuimos más proclives a contar nuestras desgracias que a sumar nuestras bendiciones. Es mucho más común escuchar en pláticas de café, círculos de amigos —incluso a especialistas— hablar de las funestas consecuencias de covid, no sólo en cuanto a la enfermedad sino a las implicaciones que tiene.
El número de infectados y muertos ocupa la mayoría de los titulares. Concentramos nuestra atención en los padecimientos que pueden quedar en quienes ya padecimos la enfermedad. Cualquier noticia parece negativa y la ponemos en atronadoras bocinas de pánico.
Nos hundimos en las miasmas de la tragedia y el dolor, concentramos nuestra atención en las sombras más caliginosas y elegimos ver los espectros por ignorar la poderosa luz que cae sobre la humanidad.
Son ciertos los datos de los muertos, de las familias quebradas y de las pérdidas económicas. Es cierto que en países como México recuperar el nivel de vida que tenían los más pobres podría llevar más de una década. Sin embargo, lo justo es levantar los ojos y ver también los milagros de vida que todos los días suceden en nuestro entorno.
¿Cuántas personas han superado el virus? ¿Cuántas historias de heroísmo y solidaridad privada ha visto en su entorno? Ese empresario que se alía con sus trabajadores para mantener las fuentes de empleo. Los vecinos que entregan comida a familias aisladas por la enfermedad.
Personas con la forma más pura de solidaridad y amor al prójimo, ésa que sólo conoce quien las recibe. Actos de caridad que se multiplican en nuestro entorno y el amor con el que la mayoría de las familias toman decisiones que les permiten mantener la salud y el regalo más grande para la humanidad: la vida.
La alegría de quienes han logrado vencer la enfermedad o de los que reciben la vacuna. No sólo lo que captamos los medios de comunicación de quienes se vacunan, sino el saber que nuestros abuelos o nuestros padres ya tienen la inmunización. Esta época debe estar marcada por la fortaleza y la capacidad de creer en la humanidad. Por el don de los seres humanos de adaptase y florecer más fuertes, quizá mejores, que antes de la enfermedad. No podemos quedarnos ateridos por el miedo, disminuidos por la desesperanza. No debemos perder de vista cómo la ciencia logró en menos de un año la vacuna para enfrentar la más extendida pandemia en la historia de la humanidad.
Hoy, algunos, hasta se dan el lujo de cuestionar la marca o la procedencia de alguna vacuna, lo que prueba que no aprecian el titánico logro de científicos. Tenemos que ver con una mirada limpia y clara cómo la humanidad está logrando distribuir las dosis con una velocidad acelerada considerando la cantidad de la humanidad.
Sería deseable que en México la vacunación fuera más rápida. Sin embargo, hoy elijo no ver que Estados Unidos lleva más de 100 millones de inoculados, sino que somos uno de los países del mundo que ha inyectado a mayor cantidad de población. Hoy decido dejar atrás el miedo y los círculos concéntricos de la angustia que suben en una espiral absurda que no permite apreciar que el futuro es luminoso. Que la humanidad, nuevamente, logra salir victoriosa.
POST SCRIPTUM
Es un hecho que en las próximas elecciones, las más grandes de la historia, se definirá el destino de la actual administración. Es obligación de los ciudadanos abstraerse del encono y la crispación en la que ciertos actores políticos suelen sentirse cómodos o les conviene como posición estratégica.
Se deben entender principios fundamentales que parecerían enterrados bajo toneladas de palabras vacías y acciones para distraer. Los políticos deben estar al servicio de la población y no al contrario.
El voto razonado no significa elegir a uno u otro partido político, en realidad se trata de seleccionar a las mejores personas para el puesto.
