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Viudez

Juan Carlos Sánchez Magallán

Juan Carlos Sánchez Magallán

Las mujeres comúnmente se quedan solas por la sensible pérdida de sus parejas. La pandemia, la migración, los conflictos armados y la lucha entre los grupos criminales dejan decenas de miles de mujeres viudas o con sus parejas desaparecidas. 

 La Organización de las Naciones Unidas (ONU) refiere que existen más de 258 millones de viudas en todo el mundo, mujeres que, al pasar al segundo plano en importancia para sus familias y la sociedad, también pasan desapercibidas, sin apoyos ni medidas que ayuden a paliar su pobreza. La estadística refiere que una de cada diez vive en extrema pobreza. 

 Experiencias sustentadas en guerras o pandemias muestran que, a menudo, a las viudas, al morir sus parejas, les niegan sus derechos de herencia e incluso les arrebatan las propiedades, siendo objeto de estigma y maltrato al ser portadoras de enfermedad y comúnmente son discriminadas, tienen menos posibilidades de acceso a pensiones de vejez que los hombres y son más propensas a caer en la indigencia. 

 Actualmente, encontramos que no tienen acceso a cuentas bancarias y pensiones, y con ingresos magros que nos les alcanzan para las necesidades más elementales, como la alimentación, la salud o el esparcimiento, por lo que recurren al comercio en la vía pública vendiendo comida: tamales, tortas, tacos, etcétera, para generar ingresos y llevarles de comer a sus hijos. 

Qué decir de los conflictos de violencia que padecen y de abuso sexual, por lo que muchas viudas se ven forzadas a realizar prácticas tradicionales perjudiciales, degradantes y peligrosas como parte de los rituales de sepultura y duelo. 

La viudez las aísla, las excluye y las invisibiliza, por lo que se debe observar la legislación internacional que obliga a los gobiernos Estado-nación a asumir compromisos de política pública para la salvaguarda y protección de sus derechos elementales. 

Es menester impulsar programas para terminar con la violencia de género, específicamente contra las viudas jóvenes o de cualquier edad, mitigar su pobreza, ofrecerles educación y empleo con salarios dignos para el logro de los objetivos de desarrollo sostenible, evitando todas las formas de discriminación en los sistemas judiciales, que inhibe la denuncia y acceso a una justicia plena. 

Datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) refieren que existen 4.8 millones viudas y dos millones de mujeres que están divorciadas. 

El presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó en nuestro país un importante programa, Seguro de Vida para Jefas de Familia, que protege el bienestar socioeconómico de hijos e hijas en estado de orfandad materna, de hasta 23 años en situación de pobreza. 

 Con este programa, la Sedesol y el gobierno de la República atienden a las madres de familia en condición de vulnerabilidad, para que tengan la certeza de que, en su ausencia, sus hijos contarán con el apoyo económico para continuar con sus estudios. 

 Para ser beneficiaria se requiere ser jefa de familia: soltera, separada o viuda, ser madre de, al menos, un hijo o hija de hasta 23 años y, así, se les asigna un beneficio económico a los hijos en caso de muerte. 

Sin embargo, esto es importante, pero no es suficiente, pues en nuestro país, en 10 años, al menos 45 mil mujeres quedarán viudas a causa de la violencia generada por el narcotráfico. 

Diariamente, 13 mujeres quedaron viudas sólo por este concepto, para quienes lo han vivido, esta tragedia no es menor, sobre todo cuando el asesinado no sólo es el esposo, sino también el sostén familiar. 

El canciller Marcelo Ebrard está realizando la tarea de disminuir el tráfico de armas al país, al demandar en las Cortes de Boston a las 11 empresas fabricantes de armas y que, sabemos, su venta indiscriminada y sin control provoca miles de tragedias, por lo que debe impulsarse un programa especial para las viudas de México. ¿O no, estimado lector? 

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