Logo de Excélsior                                                        

La cuesta de enero

Juan Carlos Sánchez Magallán

Juan Carlos Sánchez Magallán

Con el tradicional puente Guadalupe-Reyes se acaba la temporada vacacional de 2022, así, con la llegada de los Reyes Magos, los nobles peregrinos procedentes de Oriente, que siguieron la estrella milagrosa de Belén para adorar al recién nacido Jesús de Nazaret, se cumple la tradición de la emoción mágica de la noche del 5 de enero, donde niños y adultos esperan los regalos de los tres Reyes Magos –Melchor, Gaspar y Baltasar–. Dice el adagio popular que “recordar es vivir”, y ¿quién no lustró con emoción los mejores zapatos que usábamos, donde dejábamos la carta dirigida a ellos, con la ilusión de que nos dejaran los regalos ahí descritos, resultado de “portarnos bien todo el año” y sacar buenas calificaciones en la escuela?

Emoción y nerviosismo, que de tanto pensar en ellos soñábamos con su llegada a nuestros hogares, escuchando el sonido de sus pasos y el roce de sus túnicas por los pasillos de la casa. Al crecer, nos enteraban nuestros padres que ellos eran los Reyes Magos y con esto se acababa la tradición de recibir regalos de niños, misma que continuamos los que gustamos de conservar las tradiciones que fortalecen a la familia en unidad y en solidaridad.

Ciertamente, cada año el escenario es el mismo, pasadas las celebraciones invernales de Navidad y Año Nuevo, cuando el aguinaldo desapareció debido a los compromisos económicos adquiridos desde el Buen Fin hasta la llamada “cuesta de enero”, debemos hacer frente a todas las deudas adquiridas con plásticos (tarjetas de crédito), las colegiaturas de la escuela de los hijos y de los padres (si desean continuar con sus estudios de especialización), anualidades de seguros de vida, de autos y gastos médicos mayores (si se tienen) y, además, con el gasto diario para alimentar a la familia y el pago de impuestos y gastos del hogar como lo son: agua, luz, gas, predial, teléfonos fijos y celulares, etcétera, así  podemos imaginar cómo los “frentes fríos” de esta temporada nos enfrían todo.

Agregue usted, estimado lector, si es de los privilegiados que gozan de tener un empleo “digno y decoroso”, o quítele usted lo último, sólo tenerlo, pues lo contrario lo obligará a usted a engrosar las largas filas de las 7 mil 653 casas de empeño del país, entre las que destacan: el Nacional Monte de Piedad, la Fundación Pedro Romero de Terreros, el Montepío Luz Saviñón, la Fundación Pedro Dondé, Empeño Fácil, Prendamex, etcétera. Estas empresas son corredores autorizados y regulados por la Profeco, ofrecen créditos, préstamos rápidos garantizados a cambio de bienes personales como joyas, relojes de marca, aparatos de nueva generación, computadoras, celulares, electrodomésticos, instrumentos musicales y herramientas.

Así, muchas personas sobreviven el primer mes de la cuesta de enero, sin embargo, ésta se extiende a febrero y marzo, donde se realizan más operaciones de mutuo, con interés y garantía prendaria, recordemos que, en la época de pandemia, el principal motivo de empeño fue para la compra de alimentos y medicinas por lo que ahora, con el regreso de la sexta ola de covid, seguramente seguirán siendo de una gran utilidad, al atender a dos de cada tres mexicanos que, sin acceso a los plásticos y préstamos bancarios tradicionales, no tienen manera de lograr  liquidez financiera.

Sólo en el año 2020, 17.5 mil operaciones registraron las casas de empeño, así en 2021 y 2022, gracias a la reactivación de la economía, aumentaron los empeños, pues las temporadas más recurrentes de los consumidores son, además de la cuesta de enero, los regresos de vacaciones de Semana Santa, de verano y, de manera importante, el regreso a clases, así Ricardo Sheffield, titular de la Profeco, a ponerse las pilas.  ¿O no, estimado lector?

Comparte en Redes Sociales

Más de Juan Carlos Sánchez Magallán