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Falta política, sobra disciplina militante

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Lo mejor del paquete económico 2019 son los programas sociales impulsados por el presidente López Obrador, algo que no debería sorprender a nadie porque esos mismos programas han sido su propuesta de siempre, desde que comenzó a buscar la Presidencia de la República hace ya casi dos décadas.

Algunos de esos programas, como los apoyos a la tercera edad, que en su momento fueron muy criticados por sus adversarios, terminaron siendo replicados por todos, a nivel estatal y federal. Ahora se redoblarán los existentes y se incorporarán otros que tendrán trascendencia y futuro, sobre todo el de los jóvenes, al tiempo que el incremento al salario mínimo también tendrá fuertes y benéficas repercusiones sociales y económicas (hay que reconocer que ese impulso a aumentar los salarios mínimos salió originalmente del exjefe de gobierno capitalino, el ahora senador Miguel Ángel Mancera, y de Gustavo de Hoyos, presidente de la Coparmex, pero ha sido la administración López Obrador la que lo ha logrado plasmar, después de una serie de reformas legislativas importantes que se hicieron en el último tramo del gobierno de Peña Nieto. En otras palabras, nadie descubre el hilo negro, pero siempre alguien se lo atribuye).

¿Qué es entonces lo que está fallando que genera en unos pocos días de gobierno haya tantas controversias? Estoy convencido de que lo que falla es la insistencia, comprensible políticamente, pero muy ineficiente como opción estratégica, de una línea fundacional. Cuando López Obrador en la transición (hasta octubre pasado) decía que haría cambios profundos, pero que se concentraría en lo social para ir trabajando en otros ámbitos, incluyendo los económicos y fiscales, para la segunda mitad de su gobierno, gozaba de un grado de aceptación y estabilidad mucho mayor que ahora.

Desde octubre y con punto de referencia en la cancelación de la construcción del aeropuerto de Texcoco, se ha asumido una vía fundacional que suma una contradicción tras otra y que le ha generado innumerables controversias (mismas que a López Obrador siempre le han gustado, aunque pocas veces le han ayudado) que le distraen a él y a su gobierno de sus objetivos principales que son, precisamente, los sociales.

Decir una y otra vez que los recortes presupuestales en casi todos los ámbitos son para acabar con la corrupción tiene una base real, pero termina convirtiéndose en una frase gastada cuando no se especifica concretamente cuáles son los mecanismos, los operadores y los programas que han sido corrompidos. ¿Por qué recortarle casi seis por ciento el presupuesto a la UNAM, un nueve por ciento a la PGR, un 32 por ciento a medio ambiente y un 28 por ciento a Agricultura, por ejemplo?

Paradójicamente, sobra disciplina militante y falta política. Lo ocurrido en el Congreso con el debate sobre el paquete económico no lo habíamos visto en años. Claro que se imponen las mayorías y para eso están, pero siempre hubo canales de comunicación con las oposiciones para moldear ciertos aspectos, redistribuir algunas partidas, corregir errores. Cierto es que en esta ocasión la orden desde el propio gobierno es que en el Congreso no le toquen nada al paquete económico por el temor de que una bancada tan volátil e inexperta, como la de Morena, termine causando más problemas que soluciones, pero no se han guardado ni la formas.

Falta política y sobra disciplina militante, sobra ánimo fundacional, pero falta la inteligencia de comprender que no es necesario ir a una lucha sin matices, polarizando cada día más a una sociedad que tarde o temprano, por esa misma razón, puede estallar con un costo altísimo para todos. No hay nada más volátil que el ánimo social, no hay peor ruta que la que no tiene un puerto de arribo seguro.

 

LA RENUNCIA DE LORETTA ORTIZ

La dinámica que se ha impuesto en el Congreso terminará teniendo repercusiones en otro ámbito: en la elección del ministro o ministra que reemplace a José Ramón Cossío en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En la terna propuesta por el presidente López Obrador al senado, todo indicaba que el expresidente del Tribunal Superior de Justicia del DF, precisamente en el periodo de López Obrador en la capital del país, Juan Luis González Alcántara, era el que más posibilidades tenía de obtener las dos terceras partes de los votos para convertirse en ministro.

Pero en los últimos días, desde Morena, la presión para que Loretta Ortiz sea la reemplazante de Cossío, ha crecido geométricamente. El lunes, la especialista en derechos humanos envió un comunicado anunciando que “en mi señal de compromiso con la aspiración de la alta responsabilidad e investidura del cargo de ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en el ánimo de despejar cualquier duda sobre la posibilidad efectiva de mi participación independiente, he presentado mi renuncia al partido de Morena”, una decisión un poco tardía, pero los sectores duros de Morena quieren a la esposa de José Agustín Ortiz Pinchetti, irreprochable en otros ámbitos, como nueva ministra. En el Senado la oposición tiene los votos suficientes para decidir esa votación. Será interesante saber si los utilizará.

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