9M por todos

Se escucha con mayor recurrencia que el gobierno ha preferido entregar la seguridad y vidas de las y los mexicanos a cambio de dos cosas: cuidar su imagen para ganar las elecciones intermedias, y mantenerse en el poder a través de Morena o un nuevo partido, porque el ...

Se escucha con mayor recurrencia que el gobierno ha preferido entregar la seguridad y vidas de las y los mexicanos a cambio de dos cosas: cuidar su imagen para ganar las elecciones intermedias, y mantenerse en el poder a través de Morena o un nuevo partido, porque el primero puede que ya no se lo garantice, desmantelando las instituciones autónomas.

Planteamientos que hacen sentido cuando escuchamos llamados a manifestarse pacíficamente y a no hablar de feminicidios porque distraen del propósito de rifar un avión. No hay gran diferencia con el PRI del “ya me cansé” frente a la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa que, hoy está claro, los usaron para ganar las elecciones, porque tampoco les han cumplido.

Estas autoridades se asemejan tanto al PRI porque, primero, niegan la realidad a pesar de su evidencia, como el no frenar a los cárteles de la droga; hoy, se denuncia una conspiración y se dice que el pasado es el responsable y que es mejor la no violencia, aun cuando ello genere impunidad.

Morena, con su mayoría, como antes lo hacía el PRI, funciona como un dique para frenar intentos de reforma que obliguen a las autoridades a cambiar el rumbo. Es decir, en la práctica antidemocrática de frenar cualquier cosa que les afecte, aunque a las mexicanas las maten y los niños con cáncer no tengan medicamentos.

Y así vemos a militantes de Morena decir que no es que maten más mujeres, sino que ahora se denuncia más, algo ya, de entrada, inmoral; y es así como ahora le quieren meter mano al INE para controlarlo; al Poder Judicial, para amedrentar a los juzgadores, y a los órganos autónomos, para hacer lo que quieran del país.

Pero, en esta nueva realidad, el choque con pared es duro, porque son vidas, miles de ellas. Y la sociedad no está dispuesta a ser cómplice, aun cuando haya votado por la opción Morena.

Las están matando y se alertó en su momento. Pero la respuesta fue frialdad, indiferencia y odio en las redes sociales. Burla: “Fue el neoliberalismo”.

En la pasada entrega hacía la pregunta al lector de si era el caso de que llegamos al punto sin retorno, es decir, que se entregó el país y nosotros perdimos la capacidad de modificar nuestro destino.

Preguntaba si los mexicanos habíamos sido abandonados a un destino que no merecíamos. Me parece que eso depende de todas y todos nosotros.

Por ello, en la defensa de la vida de las mujeres, niñas y niños, seamos impropios —que no se confunda con apología, que no lo es—. Si hay que salir a las calles todas y todos, hagámoslo.

Demostremos que esto no es un asunto de neoliberales contra populistas, sino de una sociedad de leyes contra la omisión y la incapacidad de las autoridades federales y locales.

Que sea el “9M” el punto de quiebre de la voluntad ciudadana. Por las que no podemos dejar atrás en la memoria y por las que no podemos perder hacia el futuro.

Para robustecer lo anterior, veamos el feminicidio infantil que no había sido visibilizado. Tomo de México Evalúa el siguiente dato. Éste ha aumentado 96% en los últimos cinco años, registrando 98 casos en 2019 contra 50 en 2015.

Además, se mata a 10 mujeres al día. Pero, al parecer, esto no le merece al gobierno convocar a todos los gobernadores del país. De nada sirven las reuniones matutinas del gabinete de seguridad.

De acuerdo con el reporte que cito, cuatro de cada diez mujeres mayores de 18 años sufrieron algún tipo de violencia sexual durante el segundo semestre de 2019. La violencia sexual incluye acoso sexual, hostigamiento sexual, abuso sexual, intento de violación y violación. Es decir, más de seis millones de mujeres fueron víctimas de alguno de estos delitos en los últimos seis meses.

A finales de diciembre, el gobierno federal se vio obligado a firmar la iniciativa Spotlight de ONU-Mujeres, que busca visibilizar la violencia contra las mujeres y las niñas, pero también para hacer realidad la igualdad de género y el empoderamiento de éstas.

Con un presupuesto de siete millones de dólares, la iniciativa duraría cuatro años y se aplicaría en los municipios de Chihuahua y Ciudad Juárez, de Chihuahua; Ecatepec y Naucalpan, del Estado de México, y en Chilpancingo, de Guerrero, por ser los de más alta incidencia. Se comportaría el modelo en Veracruz, Puebla, Ciudad de México y Nuevo León.

Pero las autoridades ya dieron señales de que ni el tema ni los acuerdos internacionales le merecen preocupación cuando atribuye la violencia de género al neoliberalismo y pide que en las protestas no le manchen sus paredes, eufemismo de “calladitas se ven más bonitas”.

No dejemos que la atención se mueva.

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