Homicidios dolosos y sexenios

En las semanas recientes ha habido cierta controversia en el debate público sobre cómo analizar las estadísticas mensuales y anuales de homicidios dolosos, cómo compararlas entre un sexenio y otro y, de manera más general, cómo evaluar la estrategia de seguridad del gobierno federal tras tres años y medio en el poder.

Una primera evaluación podría hacerse con respecto a lo que se prometió durante la campaña o, si se quiere ser más flexible, con respecto a lo prometido en el primer año de gobierno. Bajo cualquiera de estos criterios, los resultados tras tres años de gobierno son poco halagüeños. Según cifras oficiales, el número de homicidios dolosos por año prácticamente se mantuvo sin cambio entre 2018, 2019 y 2020: por encima de 36 mil casos. No fue sino hasta 2021 que se observó la primera disminución notable al registrarse 33 mil 316 homicidios: 8.9% menos casos que en 2020. La tendencia reciente es favorable, pero creo que se prometió mucho más que eso.

¿Qué resultados se observaron en otros sexenios? Una vez más, usando las cifras publicitadas por el gobierno federal el 23 de junio pasado, entre 1995 y 2000 se registraron 80 mil 311 homicidios, mientras que entre 2001 y 2006 se registraron 60 mil 162 homicidios. Esto quiere decir que durante el sexenio de Vicente Fox se registraron 25% menos homicidios dolosos que durante el sexenio de Ernesto Zedillo. Si en 1994 se registraron 15 mil 839 homicidios, para el año 2000 sólo fueron 10 mil 737, una reducción del 32 por ciento en el número de homicidios por año. ¿Estas cifras son evidencia de que algo hicieron bien en materia de seguridad aquellos gobiernos hoy calificados como parte de la noche neoliberal?

Aquellos avances no importan, se nos dice, porque la pesadilla de la violencia homicida comenzó con Felipe Calderón. Puede ser. En su momento, el gobierno de Calderón quizá pudo presumir que en su primer año, en 2007, hubo 15% menos homicidios que en 2006. Sin embargo, entre 2007 y 2012 se registraron 121 mil 613 homicidios dolosos. Si en 2006 se registraron 10 mil 452 homicidios, para el año 2012 esta cifra ascendió a 25 mil 967, un aumento de 148 por ciento en el número de homicidios por año. Fue una estrategia indefendible por donde se le vea.

A pesar de esto, la tasa de variación anual en homicidios revela datos interesantes. En 2012, 2013 y 2014 hubo menos homicidios que en 2011: en cada uno de esos años se registraron disminuciones en el número anual de homicidios de 4.6 por ciento, 11.2% y 13.2 por ciento. A la mitad de su sexenio, Enrique Peña Nieto quizá pudo presumir que en 2015 hubo 20 por ciento menos homicidios que en 2012. Sin embargo, hoy sabemos que ese sexenio cerró con un máximo histórico de 36 mil 685 homicidios. ¿Qué lecciones aprendimos ante el súbito repunte en la violencia homicida observada en los dos sexenios anteriores? ¿Qué lecciones aprendimos de la disminución en homicidios observada entre 2012 y 2014? Durante los tres últimos sexenios se ha hecho una arriesgada apuesta por poner cada vez más personal de las Fuerzas Armadas, o bien, la Guardia Nacional, a cargo de tareas de seguridad nacional. Las diferencias de fondo en las estrategias para combatir la violencia criminal no son del todo claras, salvo el recordatorio frecuente del Presidente de que todos los días comienza sus días revisando las últimas cifras.

En 2021 se registraron 9.2 por ciento menos homicidios dolosos que en 2018, el último año de Peña Nieto, y 8.9 por ciento menos homicidios que en 2020. Es un avance que debe reconocerse. Es difícil saber cómo concluirá este año o este sexenio. Sin embargo, si extrapolamos esa misma tasa de decrecimiento anual para 2022, 2023 y 2024, este sexenio podría concluir con un total acumulado de 190 mil homicidios dolosos. De ser así, aunque el sexenio de López Obrador podría concluir con 32 por ciento menos homicidios anuales que los observados en 2018, sería el sexenio con más homicidios de nuestra historia reciente. De llegar a ocurrir esto, ¿presumirán tal logro?