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Cierre de fronteras

Javier Aparicio

Javier Aparicio

Desde su campaña presidencial de 2016, el hoy presidente estadunidense Donald Trump ha utilizado a México como chivo expiatorio: tanto la balanza comercial entre ambos países como los flujos migratorios han sido caracterizados por el presidente como causas de grandes males en Estados Unidos.

Ambos reclamos son falsos, pero como ha quedado ampliamente documentado, la evidencia parece importarle poco al Presidente vecino. Algo similar ocurrió durante las campañas de las elecciones intermedias de noviembre de 2018, mismas que coincidieron con las llamadas caravanas migrantes provenientes de Centroamérica.

El presidente Trump ha tomado la ofensiva una vez más. Estos son tan solo algunos de los mensajes que el presidente ha enviado por Twitter en la última semana: “Los demócratas son el partido de las fronteras abiertas, las drogas y el crimen” (26/marzo/19). “México no está haciendo nada para ayudar a detener el flujo de inmigrantes ilegales a nuestro país. Solo hablan, pero no actúan. Lo mismo Honduras, Guatemala y El Salvador… ¡Podría cerrar la frontera sur!” (28/marzo/19).

“Si México no detiene inmediatamente toda la inmigración ilegal que está entrando a los Estados Unidos, cerraré la frontera, o gran parte de ella, la semana entrante (…) Perdemos tanto dinero con ellos cuando si se considera el narcotráfico que cerrarla sería una buena idea.” (29/marzo/19). “México debe usar sus leyes migratorias para detener a los miles de personas que intentan llegar a los Estados Unidos. Nuestros centros de detención están al límite. ¡El siguiente paso es cerrar la frontera!” (30/mar/19). “Si el congreso no toma medidas, cerraré la frontera o gran parte de ella. ¡Es una emergencia nacional!” (3/abril/19).

Hasta el momento, la respuesta oficial de parte del gobierno mexicano ha sido más bien moderada y hasta precavida. Sin embargo, el problema subyacente es real: las abismales diferencias entre los salarios reales de Estados Unidos frente a los de México y Centroamérica hacen casi imposible que se detenga la migración ilegal. Podría, eso sí, volverse más costosa, arriesgada o inclusive más sangrienta.

Si bien puede ser cierto que cada país tiene derecho a decidir su propia política migratoria. ¿Será cierto que la migración perjudica a los Estados Unidos? Al ser un país atractor de migrantes de diversos orígenes y nacionalidades, existe amplia literatura académica sobre esta cuestión.

En primer lugar, los aumentos en la fuerza laboral de un país no perjudican a su economía. Una fuerza laboral más amplia y diversa permite una mayor división del trabajo y una economía más próspera en general. Por otro lado, el efecto de la migración en los salarios de la fuerza laboral doméstica es negligible o positivo: la migración no necesariamente sustituye la mano de obra local, la complementa.

En segundo lugar, suele decirse que los migrantes representan una carga fiscal porque utilizan servicios públicos sin pagar impuestos. La evidencia sobre esta cuestión es más bien mixta. En general se ha encontrado que el efecto fiscal de la migración es positivo a nivel federal pero negativo a nivel local.

Por otro lado, los hijos de los migrantes tienen un impacto positivo mucho mayor al de sus padres o la población doméstica. En resumen, la entrada de mano de obra joven ayuda a financiar el estado de bienestar de los países ricos.

En tercer lugar, otra acusación común es que los migrantes cometen más crímenes que la población doméstica. Sin embargo, esto también es falso. Si bien la población migrante es relativamente joven, éstos cometen menos crímenes que la población doméstica. Algo similar ocurre
con las ciudades fronterizas o las regiones con mayor proporción de población migrante: son más seguras, no menos.

La migración, al igual que el comercio de bienes, servicios o capitales, es mutuamente ventajoso para los países. Sin embargo, aprovechar las ganancias sociales de la migración ha resultado ser mucho más complicado que las del comercio internacional.

Las razones detrás de esto tienen que ver más con la política y los prejuicios del electorado que con la economía. Si lo duda, sólo pregúntese: ¿México gana o pierde con la entrada de migrantes centroamericanos? ¿Qué tan seguro está de su respuesta?

 

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