La República de las Letras

SUAVE TRAZO, DE LÓPEZ CASTRO

Rafael López Castro es un muy original diseñador gráfico; pero también es un estupendo dibujante, pintor, fotógrafo y algo más, mucho más. De su autoría había varios libros, pero ninguno que reuniera la obra completa, pues eso requeriría de varios volúmenes; pero sí una muestra amplia y representativa de su trabajo como diseñador. Por fortuna, colegas y amigos suyos, quienes le guardan una gran admiración, decidieron subsanar esa ausencia y prepararon un interesante, disfrutable y atinado catálogo de la producción del artista.

La coordinación editorial fue de Alberto Tovalín y el diseño gráfico y la curaduría de contenidos correspondió a la pareja formada por Germán y Jacqueline Montalvo; en el archivo de López Castro trabajaron Guillermo López Wirth, Mariano López y Julio César Castro Mata; de documentación en obra se encargó Santiago Robles; la producción general ejecutiva corrió a cargo de Juana Guadalupe López Castro, los citados Guillermo López Wirth, Alberto Tovalín y Germán Montalvo, así como de José Manuel Morelos y Santiago Robles; con Jaime Soler Frost, Patricia Zama, María Elena Ávila y Mirella de la O, en la revisión de textos.

EQUIPO GRANDE PARA OBRA IGUAL

Tan poblado equipo de participantes se explica porque la edición es, sobra decirlo, altamente compleja. En 327 páginas entró un número mucho mayor de ilustraciones a todo color; así como decenas de textos de diversos autores, que se han ocupado de la obra del más mexicano de nuestros diseñadores. Si bien el archivo de nuestro diseñador guarda cierto orden, es inevitable que falten algunas obras, tanto por el volumen como por los 60 años que le ha ocupado su producción. Para el gran Vicente Rojo, analizar y ubicar en su justa medida la obra de López Castro “es motivo de un doctorado”. Por fortuna, más de medio centenar de textos de otros tantos autores nos permiten tener una visión panorámica del creador y lo creado por él. Por último (last but not least), es indispensable destacar el formidable trabajo de quienes diseñaron el catálogo, pues se trata de un cúmulo de aciertos; de tal modo, que el libro es también una obra de arte.

PAUSA DE VERÓNICA MURGUÍA

Para sorpresa y decepción de sus muchos lectores, Verónica Murguía anunció que deja La Jornada Semanal, donde durante más de 20 años publicó su sabrosa e informada columna Las rayas de la cebra; la que se nutría, como ella escribió en su despedida, de “sueños, recuerdos, lecturas, experiencias, conversaciones propias y otras escuchadas al pasar”, todo eso convertido en literatura testimonial que, al serlo, necesariamente situaba los hechos en los aconteceres de la política y la vida social, lo que simultáneamente es materia prima y aderezo de las letras que calan profundo. Agrega Verónica que, “de cierto tiempo para acá, me costaba trabajo escribir con sentido del humor… yo he cambiado y el periódico también, lo cual, después de 21 años, es más que normal. O podemos decir que yo he cambiado y La Jornada, no. O que yo no he cambiado y el periódico, sí”. Extrañaremos su inteligencia y buena pluma en el desayuno de los domingos.

REVISTA CUARTOSCURO NO. 171

Ni la pandemia ha hecho bajar el ritmo de actividad al gran Pedro Valtierra, quien cerró el año con la oportuna publicación del número 171 de la revista Cuartoscuro, que contiene una buena muestra del trabajo de Augusto Vázquez, el “fotógrafo-guerrillero”, pues militó en el Ejército Revolucionario del Pueblo durante la guerra civil salvadoreña. De valor histórico y estético es una colección de gráficas debidas a Gertrude Duby, quien optó por hacer su vida con los indígenas de Chiapas. En la misma entrega aparecen las cinotipias de la italomexicana Cinzia Naticchioni Rojas, las que despliegan su belleza en un feliz experimento. Otro número de antología.