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La muerte de los migrantes

Humberto Musacchio

Humberto Musacchio

La República de las letras

Por enésima vez, los migrantes son víctimas de las autoridades mexicanas. A la interminable cadena de violaciones, golpizas, encarcelamientos, deportaciones injustificadas y asesinatos, se agrega ahora la tragedia de Ciudad Juárez, donde, en una cárcel del Instituto Nacional de Migración, perecieron cerca de 40 seres humanos y decenas sufrieron quemaduras e intoxicación.

La versión oficial, expuesta por el Presidente de la República Mexicana en la conferencia mañanera del martes, se redujo —lo señaló oportunamente Pascal Beltrán del Río— a 87 palabras:

“Anoche, como a las nueve y media de la noche, se produjo un incendio en un albergue de migrantes en la frontera, en Ciudad Juárez, y tenemos, hasta ahora como informe, que perdieron la vida 39 migrantes. Esto tuvo que ver con una protesta que ellos iniciaron a partir de, suponemos, que se enteraron de que iban a ser deportados, movilizados y, como protesta, en la puerta del albergue pusieron colchonetas del albergue, y les prendieron fuego y no imaginaron que esto iba a causar esta terrible desgracia”.

En suma, en la sintaxis presidencial, los migrantes prisioneros protestaron quemando colchonetas que no eran de su propiedad, sino del albergue e, irresponsablemente, les prendieron fuego y, por tanto, son los culpables de lo ocurrido. Sin embargo, un video que circula en internet muestra que los vigilantes de la cárcel de Migración abandonaron a los presos cuando se produjo la quemazón. Incluso, se informa que los dos celadores están detenidos.

El día anterior, las autoridades efectuaron redadas en Ciudad Juárez y detuvieron a un gran número de migrantes que fueron llevados al presunto “albergue” que, para todos los efectos, es una cárcel, con espacios enrejados como en cualquier reclusorio. Por supuesto, las celdas estaban cerradas con llave y sus custodios dejaron morir a los detenidos, pese a que estaban bajo su responsabilidad.

Falta, por supuesto, que los celadores digan si recibieron órdenes de no intervenir ante la tragedia, porque, de ser así, habrá que encerrar a sus jefes. No es un asunto menor que la cárcel aquella se hubiera concesionado a una empresa privada, por lo cual debe informarse con toda claridad y precisión por qué se confió a particulares una tarea de interés nacional, quiénes son los dueños de la empresa beneficiada y cómo se llama el funcionario que autorizó el convenio.

No es tranquilizante lo que declaró el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, al periodista Joaquín López-Dóriga, a quien dijo que, si bien los asuntos migratorios corresponde atenderlos a Gobernación, por un arreglo dentro del propio gobierno federal le han sido confiados al titular de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Además de lo que implica esta información en el proceso de sucesión presidencial, el punto requiere precisarse, porque esos arreglos propician lo mismo duplicidad que vacíos, improvisación, descuido, ineficiencia y otros problemas.

El secretario de Gobernación dijo también que en otras partes del mundo han ocurrido tragedias que han afectado a los migrantes, lo que es absolutamente cierto, pero en México son muchas y muy graves las agresiones de que se hace víctimas a quienes llegan de otros países. Los autores de tales hechos, en ocasiones, son delincuentes profesionales, pero, más que nada, son las propias autoridades de Migración y otras corporaciones las que cometen toda clase de abusos, omisiones y corruptelas punibles. Baste citar la muerte de 56 migrantes que en 2021 viajaban a bordo de un tráiler sin que las innumerables policías del país se enteraran, hasta que se descubrió el vehículo con las víctimas.

Lo ocurrido muestra que es equivocada la estrategia del actual gobierno, que nada bueno le aporta a México convertirse en guarura al servicio de Estados Unidos, que es indigno fungir como perro guardián de su frontera. Mientras las grandes trasnacionales sigan saqueando a los países pobres, continuaremos viendo el incontenible movimiento de personas de un país a otro. Ante esa realidad, México debe promover una reunión internacional para abordar los problemas migratorios y sus posibles soluciones. De otro modo, continuaremos viendo éstas y peores tragedias.

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