¿Qué hacer con la migración? (I)
La movilidad internacional de personas es uno de los fenómenos sociales más relevantes en el mundo contemporáneo. Lo ha sido desde siempre,ya que es inherente al ser humano trasladarse en búsqueda de mejores entornos, oportunidades, huir de peligros, de guerras, de ...
La movilidad internacional de personas es uno de los fenómenos sociales más relevantes en el mundo contemporáneo. Lo ha sido desde siempre,ya que es inherente al ser humano trasladarse en búsqueda de mejores entornos, oportunidades, huir de peligros, de guerras, de discriminaciones raciales, religiosas o ideológicas.
Así como la infancia marca en buena medida nuestro destino, el lugar donde nacemos influye en la manera en que concebimos el entorno, nuestras interacciones familiares, sociales y culturales. Con el tiempo se nos hace presente la importancia que tiene la vecindad con otros países, su impacto sobre la historia personal y colectiva. Por nuestra ubicación geográfica, México está destinado a ser un país de origen, tránsito y destino de corrientes migratorias. Por su magnitud, no es exagerado decir que somos un país de migrantes. La llegada a la frontera entre México y EU de decenas de miles de personas que buscan cruzarla sin tener los documentos requeridos para ello ocupa las primeras planas, y será parte relevante en el debate político/electoral en ambos países en 2024.
El asunto tiene una muy larga historia, pero para efectos de esta colaboración, me concentro al inicio del gobierno del presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) cuando Jesús Silva Herzog (QEPD) fue designado embajador de México en Washington, al tiempo que José Ángel Gurría llegaba a ocupar la titularidad de la Cancillería. Esteban Moctezuma era entonces secretario de Gobernación. En 1995 surgió un debate político en California, impulsado por el entonces gobernador Pete Wilson, sobre los riesgos de la frontera con México por la llegada de una supuesta “enorme cantidad de mexicanos indocumentados, traficantes de drogas y prófugos de la justicia”. Wilson logra que el Congreso federal se involucre en el asunto y se inicia lo que es considerada como una etapa que marcará por muchos años las leyes y una política migratoria restrictiva, xenófoba y con un claro sesgo antimexicano.
El embajador mexicano se entrevistó con el gobernador Wilson para plantearle su preocupación por la retórica antimexicana e invitarlo a México para que tuviera información objetiva de las complejidades que orillaban (y orillan) a muchos mexicanos dejar sus lugares de origen y buscar una mejor opción de vida con sus parientes y amigos residiendo en Estados Unidos. La reacción de Wilson fue altanera y aprovechó para declarar a la prensa que le había “reclamado” al representante mexicano no “hacer nada” por detener a nuestra gente. La verdad es que el intercambio de palabras subió de tono y la entrevista terminó de manera abrupta. Pocos temas generan tanto debate legislativo en nuestro vecino del norte como el de la migración. Lograr las mayorías necesarias para aprobar una ley en esta materia puede tardar muchos años, de hecho, la última reforma relevante fue en ¡1996! El Ejecutivo tiene capacidades muy limitadas para modificar reglamentariamente lo dispuesto por el Congreso.
La sociedad de EU, fundada por la llegada de migrantes europeos, conformó con el paso del tiempo una mezcla inédita de razas y culturas conocida como melting pot (expresión que se usa para describir cuando gentes con diversas ideologías y orígenes conviven) que explica en buena medida el éxito de ese país. Hay muchas maneras de comprobar los beneficios que le han traído a Estados Unidos los extranjeros que han decidido emigrar de sus países de origen a EU, desde decenas de ganadores del Premio Nobel en casi todas sus categorías, hasta artistas, escritores, pintores, profesionistas y un largo, etcétera.
Incluso los millones de trabajadores no calificados profesionalmente son la base del éxito agrícola, de los servicios de hotelería, jardinería, construcción y enfermería, muchos de ellos nacidos en México o descendientes de mexicanos, destacando la histórica mano de obra agrícola y de manera creciente, en la industria de la tecnología.
Qué mejor ejemplo de la evolución de la vida democrática en ese país que la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama (America at its best, tituló su portada la revista The Economist al reconocer al votante americano), un sofisticado intelectual afroamericano, seguido por Donald Trump, un ignorante racista, a su vez derrotado por Joseph Biden, descendiente de irlandeses, con treinta años de experiencia legislativa y una comprensión profunda de la realidad geopolítica contemporánea. Biden ofreció promover una reforma integral en materia migratoria para reconocer a los millones de residentes indocumentados, además de abrir mecanismos para trabajadores temporales. Como era de esperar, los republicanos se manifestaron totalmente opuestos, abriendo así una confrontación política de la mayor relevancia, como lo explicaré en las próximas entregas.
