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López Obrador con Trump, ¿qué esperar?

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Durante décadas fue una práctica común que los presidentes de México y Estados Unidos, recién electos, buscaban reunirse para conocerse personalmente, revisar el estado de la relación entre ambos países, tal vez fijar una agenda de prioridades, y mandar una señal de cordialidad y buena vecindad.

En ocasiones preferían reunirse en la frontera para evitar tener que decidir si lo harían en Washington o en el entonces Distrito Federal. En un interesante y divertido artículo publicado en el diario Milenio se dice: “Las visitas de los presidentes de México y Estados Unidos tiene una tradición de 107 años. Empezaron en octubre de 1909, la primera vez que Porfirio Díaz y William Howard Taft cruzaron la frontera para encontrarse en El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, Chihuahua, en la inauguración del puente internacional que une a las dos ciudades. Durante los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, las primeras reuniones se dieron en México, López Obrador rompe con esa costumbre, ya que ahora el primer encuentro se dará en Estados Unidos” (Milenio, 4 de julio, 2020).

Sabemos que el Presidente mexicano ha concentrado su gobierno en los asuntos nacionales, no ha asistido a los foros internacionales más respetados e influyentes como lo hicieron sus antecesores: a la Asamblea General de la Naciones Unidas, al foro Económico de Davos o la Cumbre del G20, por citar algunas. Entiendo que podrá dudarse de su efectividad y que en el pasado las delegaciones mexicanas fueron excesivas. Sin embargo, en un mundo cada día más interconectado, donde la competencia por las inversiones es feroz, la promoción de un jefe de Estado en invaluable. ¿Cuáles serán las razones que lo orillan a no asistir a este tipo de eventos?

La inminente reunión con el presidente Trump no parece ser un encuentro fácil. Este último se caracteriza por su arrogancia y torpeza al interactuar con sus pares. Igual los ataca, que los subestima, los exhibe y ofende en público si así le conviene para agradar a sus bases electorales. No podemos olvidar que es el mandatario que más ha ofendido a México y a los mexicanos. No sólo fue una estrategia electorera, es claro que menosprecia nuestra cultura, nuestra gente, nuestra vecindad. ¿Por qué entonces López Obrador acepta reunirse con este hombre? Peor aun si pensamos en el momento en que se llevará a cabo la reunión: en plena campaña presidencial donde las encuestas ponen a su rival, Joe Biden, con una clara ventaja.

Me imagino la escena: ambos presidentes se dan la mano y posan sonrientes para los medios de comunicación en el pórtico de la Oficina Oval en la Casa Blanca. Declaran haber tenido una extraordinaria entrevista donde comparten puntos de vista sobre una variedad de temas. Por supuesto, festejan la entrada en vigor del renovado (¿mejorado?) acuerdo comercial al cual describen como el detonante para millonarias inversiones y mayores intercambios comerciales ¡la pura prosperidad!

Veremos si nos informan qué hablaron sobre el futuro de los 11 millones de mexicanos que viven en ese país, en particular sobre los cerca de seis millones que carecen de los documentos migratorios necesarios para dejar de ser perseguidos, discriminados, abusados y deportados por el gobierno de Trump. Si se abrió para ellos una oportunidad para alcanzar algún tipo de solución. Sí, al menos, se suspenderán durante la emergencia sanitaria las redadas y retornos masivos de mexicanos que llevan años viviendo en su país.

Sabremos, también, cuál fue la posición de López Obrador respecto a la imparable violencia desatada por el narcotráfico en México cuyas enormes ganancias provienen de los consumidores estadunidenses; si al menos se planteó que dicho mercado ilegal sostiene y estimula a las bandas criminales, y sustenta el trasiego de armas de alto poder a nuestro país, que tanta desolación y muerte nos causa. En suma, sabremos si a partir de este encuentro podemos hablar de una nueva etapa de diálogo y cooperación fundada en el principio de la responsabilidad compartida.

 

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