Incertidumbres
Gustavo Mohar
Difícil evadir el tema de la pandemia, aun cuando el asunto ha sido ya abordado desde múltiples ángulos en todos los medios de comunicación. No podría ser de otra manera, la explosión del covid-19 tomó al mundo por sorpresa, nadie podía haberlo anticipado en su propagación casi instantánea, en sus terribles efectos sanitarios, en su severísima afectación en la economía de países ricos y pobres.
Está siendo una experiencia colectiva que ha hecho evidente la vulnerabilidad en que se basaban muchas de nuestras creencias, suposiciones, valores y formas de ver la vida. Ello abarca desde lo global, lo regional, hasta el ámbito personal.
Algunos asumían que la ciencia y la tecnología nos llevarían a una nueva etapa de progreso y desarrollo; que las fronteras estaban destinadas a diluirse ante la inevitable globalización y el creciente consenso sobre las bondades del mercado y, del comercio internacional.
Se sabe que si bien subsisten miles de millones de seres humanos viviendo en pobreza, otros tantos lograron superarla y gozan hoy de un ingreso básico, de acceso a los servicios de salud y, a la educación. Si bien hay tiranías y dictaduras, en la inmensa mayoría de los países la democracia se ha venido imponiendo.
Al mismo tiempo, antes de covid-19, se debatía nuestro futuro en un planeta acosado por el deterioro del medio ambiente, el daño a las reservas naturales, el permanente deshielo, el aire contaminado en las grandes urbes, el mar infectado por desechos industriales; si bien se lograron acuerdos internacionales sin precedente (como el llamado Acuerdo de París), en realidad subsiste la falta de voluntad política para darles vigencia. El principal impedimento es la cerrazón del presidente Trump, quien niega el evidente daño ecológico haciendo gala de su ignorancia y prepotencia.
Hoy vale preguntarnos: ¿La crisis epidémica derivará en un cambio de toma de conciencia en el sentido de que los desafíos que plantea el daño ambiental, o ahora la salud, sólo los podremos enfrentar unidos? Que, de no hacerlo, la subsistencia de la humanidad está en riesgo (Yuval Harari. En la batalla contra el Coronavirus falta liderazgo mundial. Time Magazine, 19 de marzo, 2020).
A lo anterior se sumaba el creciente enfrentamiento entre China y Estados Unidos, derivado no sólo de sus diferencias comerciales, sino en realidad su lucha por el predominio global en las próximas décadas. En estos meses, el distanciamiento ha crecido y los ataques verbales entre sus respectivos líderes parecen encaminarse a un rumbo de conflicto sin retorno. ¿Prevalecerá Trump en acusar a China de ser responsable de la epidemia? ¿Cómo responderá la Unión Europea, Rusia y los países del Medio Oriente?
De cómo evolucione la pandemia en nuestro vecino del norte dependerá el resultado de la elección presidencial prevista para noviembre. ¿Logrará Trump ser reelecto? Y, de ser el caso, ¿qué riesgos conlleva para su país y para todo el mundo?
En nuestro país es prematuro juzgar si la respuesta del gobierno ha sido adecuada. Voces autorizadas, como las del doctor Julio Frenk, señalan que, de haberse tomado con anterioridad las medidas de confinamiento, se hubieran evitado muchas muertes y acotado la expansión del covid-19. México es el país en América Latina que menos pruebas ha hecho para conocer la escala y densidad de la infección, es decir, no sabemos la dimensión y el riesgo que correremos si se levantan las restricciones. Le recomiendo, estimado lector, leer el artículo del exministro de la Suprema Corte de Justicia, José Ramón Cossío Díaz en la revista Nexos de este mes: “En este momento de mayo no sé qué seguirá a la crisis que estamos viviendo. Me queda claro, sin embargo, que mucho pudo haberse evitado”.
¿Tendrá esta omisión un impacto en la popularidad del gobierno? ¿Ante las crecientes muertes, no se conmoverá el presidente López Obrador?
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