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Cuba y la lucha latinoamericana (III y último)

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

He recibido, lo cual mucho agradezco, diversos comentarios de las personas que leyeron mis dos últimas colaboraciones sobre Cuba. Estoy consciente que el tema ha sido analizado a profundidad por historiadores, académicos y políticos con más conocimiento y experiencia que la mía. Me llama la atención los puntos de vista tan contrastantes, todos ellos cargados de un fuerte sentimiento, ya sea de rechazo o de apoyo a lo que ha pasado en la isla a partir de la revolución castrista.

Estados Unidos propició de buena manera la consolidación y permanencia del régimen socialista al establecer sanciones comerciales, el llamado “bloqueo”, que llevó a Fidel Castro a buscar la protección y apoyo de la desaparecida Unión Soviética, como ahora otro Castro lo hizo con Nicolás Maduro. Con el paso del tiempo quedó claro que fue un error estratégico, pues sólo sirvió para unificar al pueblo cubano alrededor del gobierno ante la “amenaza externa”.

En los comentarios que recibí prevalece simpatía y solidaridad, ya que la experiencia que tiene todo turista, estudiante o académico que la visita regresa con el buen sabor de boca por haber sido recibido con especial afecto, con una sonrisa amable, por el simple hecho de ser mexicano.

Esa fue mi experiencia en los viajes que tuve la oportunidad de hacer, como turista y como servidor público. Lamenté no recorrer la isla, sino limitarme a La Habana. Amigos que lo han podido hacer me comentan que la hospitalidad es una característica generalizada, uno de ellos la recorrió en bicicleta, pensando en acampar, sin embargo, en cuanto preparaba su tienda de campaña, se acercaban personas, campesinas en su mayoría, a ofrecerle hospedaje en sus humildes casas.

Fuera del circuito turístico, es obvia la modestia de las construcciones. Pude visitar a una entrañable pareja de abuelos, cuyas familias se fueron a Estados Unidos poco después de iniciado el cambio de régimen, ella fue archivista en la librería del Congreso y él trabajó como médico en Angola, han decidido quedarse a vivir allí de la pesca ante la insistencia de sus parientes, que les han ofrecido gestionar los permisos para poder reunirse en Estados Unidos. Mantienen su pequeño departamento impecable, con una gran generosidad me invitaron una copa de Ron Havana 12 años; al iniciar nuestra plática pusieron la radio con un alto volumen: “los vecinos saben que estás aquí y seguro querrán saber de qué hablamos, es por ello por lo que sólo así podemos conversar con confianza”.

Ir a la isla es, en cierto sentido, un viaje al pasado. Circulan autos de la década de los sesenta, algunos de ellos en perfectas condiciones, la mayoría son dedicados a servir como taxis para los turistas, sus dueños presumen, con razón, sus increíbles habilidades mecánicas al mantenerlos sin poder comprar una sola refacción original.

Los sacrificios que han debido enfrentar los cubanos no sólo son económicos, la naturaleza ha sido generosa con ellos, con la belleza natural de sus playas y su clima, pero también los castiga con frecuencia por medio de severos huracanes que devastan sus sembradíos y la ya de por sí paupérrima infraestructura carretera y habitacional. ¿Hacia dónde se perfila Cuba? Imposible saberlo, en este siglo se está configurando un nuevo orden geopolítico ante el agotamiento que tuvo el establecido en el siglo pasado. Los cambios que experimentamos día a día son difíciles de aquilatar en su origen y trascendencia.

Nadie en su sano juicio puede sostener que sabe cómo será su vida en 10, 20 o más años, el ambiente en que se desarrollarán sus hijos, cuál será el efecto de un medio ambiente deteriorado como nunca desde que el hombre apareció, a lo que habrá que sumar un largo etcétera.

Reitero, hacer predicciones es siempre un riesgo y una muestra de arrogancia, la historia nos ha demostrado, una y otra vez, que los seres humanos somos impredecibles y, por ende, los sistemas que hemos encontrado para convivir de manera más o menos civilizada lo son también.

Me limito a decir que espero y confío que Cuba encontrará el camino que le permita mantener su cultura, las nuevas generaciones tienen en su favor la historia de sus padres y abuelos fundada en la esperanza, en la justicia social, en una cierta ingenuidad ante la dura realidad de la política e intereses económicos del mundo que enfrentaron.

Ojalá pronto se den las condiciones para un entendimiento entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos que auspicie el reencuentro de miles de familias.

 

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