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Incertidumbres (I)

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Por lo general, una vez que suceden, surgen análisis para entender cómo fue posible no preverlos, cómo no se detectaron antes de suceder, cómo los expertos en el tema de que se trate no leyeron las señales que estaban allí a la vista de todos.

Por ejemplo, la crisis del 2008, que estuvo a punto de crear una debacle financiera mundial. Los organismos internacionales con los mejores modelos matemáticos, proyecciones y estadísticas;  los expertos en macroeconomía y finanzas que llevan años estudiando las economías de casi todos los países, las casas “calificadoras” que “aumentan o degradan” la situación financiera de un país o de una empresa (Pemex), todos ellos no previnieron el colapso que se venía y que dejó a millones de personas sin su patrimonio por la ambición e irresponsabilidad de un grupo de banqueros que ganaron miles de millones de dólares.

En México llevamos años en los que la efervescencia social, política y económica nos hace pensar que la situación no puede seguir sin que “algo pase”. Por la violencia desatada en la lucha contra las organizaciones del narcotráfico, los mexicanos nos hemos tenido que acostumbrar a leer cada mañana un nuevo evento sangriento, muertes de civiles, militares o policías en zonas aisladas o en pleno centro de las principales ciudades del país.

Cientos, si no es que miles, de negocios pequeños y medianos pagan a la delincuencia su “cuota” para evitar ser agredidos en lo personal o en sus instalaciones. Saben que no tiene caso denunciar el delito, pues “no va a pasar nada” y en cambio se arriesgan a que la misma autoridad los denuncie ante sus extorsionadores y a exponerse a un castigo.

Es común que en una mesa de familia o amigos se comente una llamada telefónica de extorsión donde la persona que la recibió se asusta y cae en la trampa, sigue las instrucciones y, sin consultar con nadie por el miedo a exponerlos, entrega su dinero o sus joyas a delincuentes que predan con su inocencia.

Ya no viajamos por las carreteras del país en las noches por temor a ser detenidos en un retén de hombres armados que parecen estar dispuestos a todo. “Nos va bien” cuando nos roban el auto, las maletas, celulares y el dinero, pero no nos agreden físicamente.

¿Toda esta inseguridad, confirmada en las encuestas de percepción ciudadana sobre la violencia, se mantendrá sin que “algo pase”?

Las protestas sociales en las calles, algunas auténticas y espontáneas, las más organizadas por grupos de choque, dirigidas o manipuladas por líderes campesinos, sindicalistas, populares que pretenden obtener beneficios personales, poder y dinero, hacen del transitar en esa localidad una pesadilla. Los que vivimos en la CDMX sabemos a qué hora salimos de nuestras casas u oficinas, pero nunca a qué hora llegaremos a nuestros destinos.

¿Hasta cuándo podemos establecer reglas de convivencia razonable que se cumplan por todas las partes? ¿Los que vivimos en esta ciudad estaremos dispuestos a resignarnos a este caos vial?

La CNTE es una buena expresión de una de las muchas explicaciones de los graves problemas que enfrentamos todos: surgida y soportada por muchos gobiernos federales y estatales, se volvió costumbre en Oaxaca llegar a un “acuerdo” cada año para establecer las condiciones salariales y las prestaciones de sus miembros. Era conocido que se trata de un grupo de auténticos maestros rurales, junto con líderes corruptos, organizaciones radicales, inclusive guerrilleras, y de delincuentes comunes.

Hoy no sabemos qué está pasando, ¿hay posibilidades reales de un arreglo negociado? ¿Se podrá hacer uso de la fuerza legítima del Estado sin generar más muertes y encono? ¿La CNTE tiene algo de razón en sus argumentos al cuestionar que se les aplique la Reforma Educativa con los mismos parámetros que a los maestros del norte del país cuando ellos trabajan en condiciones de extrema pobreza, marginalidad y raquíticos salarios?

En mi próxima entrega trataré otros temas nacionales que explican por qué la percepción de la ciudadanía es hoy poco optimista sobre el futuro. Envueltos ya en el ambiente preelectoral para 2018, no nos permite pensar con visión de largo plazo, discutir y entender con profundidad las razones que generan este pesimismo, el por qué la incredulidad prevalece sobre la confianza en las autoridades, la violencia parece repuntar y la inequidad es cada día más visible y parece insostenible. ¿No son éstas las señales que hay que entender para evitar que nos sorprenda un cisne negro?

Twitter: @GustavoMohar

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