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El poder y la Iglesia

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Ayotzinapa,

una tragedia

 y una vergüenza

 para todos.

 

Lo recibe John Boehner, político republicano de origen humilde, conservador, opositor acérrimo del presidente Obama. Singular personaje que ha sostenido posiciones radicales en materia migratoria, frente al aborto o el  matrimonio entre personas del mismo sexo, y no puede contener sus lágrimas cuando enfrenta una situación que le toca una fibra emocional.

Al escribir esta colaboración se dio a conocer su renuncia al liderazgo del partido y se especula que ello obedece a las presiones que enfrentó por parte de sus colegas republicanos que lo criticaron de “moderado” y también, se dijo, porque las palabras del Papa lo “agitaron” (El País, 26 de septiembre de 2015).

Estamos en una época en que los líderes políticos, los partidos y, en general, las instituciones están siendo cuestionadas por la sociedad. Cada día se pueden leer noticias en las que esa inconformidad se manifiesta en muchos países del mundo.

En Guatemala, país pobre y violento, una investigación por parte de un cuerpo internacional produce la caída del gobierno y el enjuiciamiento a su presidente; ello no hubiera sido posible sin el apoyo abrumador de la sociedad.

En Europa, la oleada de gente huyendo de la violencia y la pobreza derriba los muros ideológicos que pretendían negar su existencia y expone la hipocresía de la clase política europea. Fue necesario que Angela Merkel, de la que menos se habría podido esperar, tuviera que reconocer que este flujo desesperado no se iba a detener y había que abrirle una rendija.

En México, las encuestas demuestran que los políticos se encuentran en los últimos lugares de popularidad, prevalece la desconfianza y el escepticismo frente a sus promesas y declaraciones.

En suma, la carencia de liderazgos abre cada día más la brecha entre gobernantes y gobernados. Con distintos niveles y formas de expresión, las sociedades tienen miedo e incertidumbre ante cambios en el medio ambiente, la violencia del terrorismo islámico o la delincuencia organizada, millones de seres humanos buscan alternativas a sus vidas en otros territorios siendo víctimas de traficantes y tratantes que abusan de su miseria sin distinguir entre hombres, mujeres y niños; temas sociales que polarizan las opiniones y, en ocasiones, provocan violencia y radicalismo: el derecho de la mujer a abortar, el reconocimiento legal a matrimonios de mismo género. A todo lo anterior se suma una evidente desigualdad económica que en algunos países alcanza niveles que parecen insostenibles. Los jóvenes no encuentran respuestas en los adultos y menos en los dirigentes políticos.

Sobre cada uno de estos difíciles y complejos temas habló el papa Francisco en Washington. Después de la estruendosa ovación con la que fue recibido y varias veces interrumpido con más aplausos, abordó los temas de la agenda política que divide no sólo a republicanos y demócratas, sino también a la sociedad norteamericana.

Habrá que ver si su reiterada llamada en favor de los migrantes, de los marginados, de la defensa del medio ambiente, de la paz y justicia social encuentran eco. Más allá del liderazgo espiritual de este Papa jesuita, es fascinante presenciar cómo Roma sale al mundo y se planta en el centro del debate de los temas de la agenda contemporánea.

Twitter: @GustavoMohar

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