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Millonarios en Nueva York

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

El prestigiado periódico The New York Times publicó esta semana la investigación que llevó a cabo durante un año sobre el negocio de la industria inmobiliaria en esa ciudad, en particular la compra de casas y departamentos lujosos por parte de ciudadanos multimillonarios de diversas partes del mundo.

El periódico describe con detalle cómo personajes destacados de Rusia, Colombia, Malasia, China, Gabón, Kazajstán y México han utilizado empresas “fantasma” para comprar esas propiedades para mantener su anonimato. Explica que la legislación en ese país exime a los vendedores de cualquier obligación de verificar el origen de los recursos de sus clientes, bajo la aparente justificación de la privacidad.

Menciona en particular un complejo de edificios frente al célebre Central Park, en el cual más de 200 compañías como las mencionadas aparecen en su registro como propietarias. Describe también que en algún momento una princesa saudita fue dueña de un departamento hasta que se le acusó de financiar a los terroristas del 11 de septiembre de 2001.

De los extranjeros que logró identificar, 16 de ellos han sido objeto de investigaciones penales por sus gobiernos o por las compañías que defraudaron. Menciona el caso de Pablo Ardila, exgobernador colombiano que, a través de una empresa fantasma, adquirió un condominio por cuatro millones de dólares. El señor Ardila fue juzgado y estuvo en prisión por dos años, nueve meses y sigue aún bajo investigación.

En uno de los capítulos de esta serie periodística, se describe la adquisición de varias propiedades en Estados Unidos del exgobernador de Oaxaca José Murat y algunos miembros de su familia. Señala que a lo largo de varios años la familia adquirió por lo menos seis propiedades en Estados Unidos, entre ellas un departamento en el citado complejo habitacional llamado Time Warner Center.

Reconoce que el señor Murat le escribió un mensaje al periódico señalando que él no es el dueño de ninguna propiedad y que todas ellas son de distintos miembros de su familia o de amigos. Argumenta que el patrimonio familiar ha sido construido a través de generaciones gracias a su trabajo y no está vinculado a su actividad como servidor público.

El New York Times escribe que el salario como gobernador de Oaxaca era de cerca de 15 mil pesos al mes, más un bono cuyo monto desconoce.

Oaxaca es sin duda uno de los estados más bellos de México. Se conjugan en él las mejores tradiciones artísticas, culinarias, intelectuales y políticas. La belleza de sus conventos y templos, de su artesanía y de las ruinas de su pasado prehispánico y colonial son reconocidas en todo el mundo. La mayoría de los pintores oaxaqueños son artistas provenientes de comunidades indígenas que sufren extrema pobreza y que asombran hoy a expertos, coleccionistas y cualquier otro visitante a sus exposiciones por sus colores, símbolos y figuras mágicas.

Pero hay otro lado de Oaxaca: es el penúltimo estado, sólo arriba de Chiapas con el promedio más bajo de escolaridad de niños menores de 15 años, es el segundo atrás de Guerrero con el mayor porcentaje de hijos fallecidos de mujeres a partir de los 12 años, es la entidad federativa con el más alto porcentaje de hablantes de lengua indígena, el penúltimo en hogares con computadora. De sus 3.8 millones de habitantes, 2.4 millones viven en extrema o moderada pobreza.

Los oaxaqueños son emigrantes desde hace varias décadas. Salen de su estado para trabajar en otras regiones del país, en particular Baja California, y otros cruzan la frontera para dirigirse principalmente a Los Ángeles y Chicago.

Hace algunos años tuve oportunidad de conversar con cinco jóvenes procedentes de la montaña, que trabajaban de 12 a 14 horas al día recolectando champiñones, con serios problemas de artritis y con un salario que apenas les alcanzaba para vivir y enviar a sus familias 200 dólares al mes para cubrir las necesidades básicas de alimentación, educación, salud o inclusive las fiestas religiosas de sus pueblos.

Nueva York y Oaxaca tienen un punto de encuentro poco afortunado. En la ciudad de los rascacielos se construye un esquema de inversiones inmobiliarias millonarias que solapa el ocultamiento de capitales producto de la ilegalidad. En Oaxaca se sufre de pobreza extrema, marginalidad y discriminación a la vez que se generan fortunas que permiten que oaxaqueños convivan con los grandes millonarios del mundo con un abismo de la realidad que viven sus paisanos migrantes.

*Director de Grupo Atalaya

Twitter: @GustavoMohar

 

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