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Nuestra Virgen

Gustavo A Infante

Gustavo A Infante

Última Palabra

Hoy es un día casi de fiesta nacional, pues México, si bien es un país netamente católico, es mucho más Guadalupano. ¿Por qué digo eso?, porque así es este maravilloso país de contrastes, de mucha tecnología, pero también de enormes atrasos, de multimillonarios y millones, pero de pobres, de hombres, mujeres, niños, viejitos, pero la gran mayoría tienen algo en común, su devoción por la Virgen de Guadalupe, aunque profesen otras religiones, como Adela Micha, quien me ha dicho que ella es una judía-guadalupana, incluso en su casa tiene una imagen de la Morenita del Tepeyac a quien le reza.

Son millones de mujeres en el mundo, pero especialmente las mexicanas, quienes tienen una línea directa con ella y ¿saben por qué?, porque saben que es milagrosa, generosa, pero más aún porque es madre, como ellas, porque le hablan en el mismo sentido y así he escuchado a muchísimas mujeres que le dicen: “Madre, tú que eres madre como yo, cuida a mi hijo, aléjalo de los peligros, los vicios, las maldades”, ¿cierto o no?, usted que me lee sabe que sí.

En la Catedral de San Patricio, en Nueva York, el altar más grande, compitiendo con el mismo de Patricio es el de la mexicana del Tepeyac, del lado derecho del altar principal y es el que más veladoras encendidas tiene.

En la Catedral de Nuestra Señora de París, también la Virgen de Guadalupe tiene un sitio importantísimo. En el Vaticano también está, aunque en la parte de abajo, como sea está y es de los lugares más visitados, porque la presencia mexicana en el Vaticano es importantísima.

Pero hablemos de México, del Tepeyac, de la Basílica, bueno, pues en el momento en que usted esté leyendo está columna por lo menos un millón de peregrinos habrán llegado al atrio mariano para cantarle Las Mañanitas a nuestra madre (porque así lo sentimos) y si usted nunca ha ido déjeme decirle que se ha perdido de una de las mejores experiencias de la vida, pues el sentir el fervor, el amor guadalupano, la devoción, pero, sobre todo el agradecimiento de un pueblo, que en su mayoría es un pueblo humilde es ma-ra-vi-lloso.

Por azares del destino he tendió la suerte y la oportunidad de pasar hasta los mismos pies de la imagen de la Virgen y la sensación ahí sí es muy especial, es un escalofrío de emociones, entre alegría, ganas de llorar, emoción, es algo que por lo menos yo no tengo palabras para describirlo y no quiero parecer mocho, pero los humanos creo que siempre debemos de saber que hay alguien que es el motor de nuestra existencia y que nos permite transitar por este mundo y eso es lo que se siente ante la maravillosa imagen de la Virgen que Dios nos regaló en nuestro México, en nuestra ciudad, con el mismo color de piel que la mayoría de nosotros y que el caminar largos trayectos para llegar a sus pies y cantarle Las mañanitas y felicitarla, siempre será un privilegio de pocos, pues siempre llegarán menos a su casa que a los que ella ayuda todos los días.

Felicidades Lupita.

 

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