Voces democráticas
La defensa de las dictaduras se forma con tolerancia al autoritarismo, con desinformación y noticias falsas. Se pretende construir una narrativa distorsionada de la verdad.
Los rasgos fundamentales de un Estado democrático están descritos en la Carta Democrática Interamericana (CDI) que fue acordada hace 21 años en Lima, Perú, por todos los miembros de la OEA: elecciones libres, limpias y justas; debate abierto y garantías al derecho al disenso y a la oposición; equilibrio de poderes; libertad de expresión y ejercicio pleno de los derechos humanos; debido proceso sin persecuciones, presos políticos o tortura.
Democracia electoral y democracia en el ejercicio del gobierno se establecieron como el parámetro al que se comprometieron las democracias del continente. La Carta Democrática estableció mecanismos claros y precisos. Cuando las dictaduras emergen es obligación de los demócratas de las Américas denunciarlas y condenarlas sin atajos ni justificaciones que valgan.
“Normalizar” las prácticas autoritarias es una bofetada a los principios y valores por los que hemos luchado. No se pueden ocultar debajo del tapete las restricciones brutales a la libertad de expresión, los presos políticos, las elecciones fraudulentas, la cooptación de poderes y los millones de migrantes forzados que se han multiplicado en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Con firmeza y decisión, Luis Almagro, secretario general de la OEA, ha denunciado los abusos y las miserias de autócratas y dictadores. En ese camino lo han acompañado una mayoría consistente de naciones que siguen siendo congruentes con los principios de la CDI, sabedores de que la democracia es la estrella polar del continente.
En estos tiempos complejos se vuelve indispensable la presencia de voces democráticas que denuncien los excesos del poder, que defiendan a las instituciones y su autonomía, que propongan soluciones a los conflictos, que debatan sin estigmas, que respeten la diversidad y que fortalezcan la democracia.
Mirar hacia otro lado, haciéndose de la vista gorda ante abusos flagrantes y violaciones permanentes, transforma a quienes relativizan los horrores de las dictaduras y las autocracias, en cómplices del sufrimiento de millones de personas que tienen que sobrevivir en un ambiente de represión, violencia y miseria ante la falta de democracia en sus respectivos países.
La defensa de las dictaduras se construye con discursos tolerantes al autoritarismo, de la mano de la desinformación y las noticias falsas. Se pretende construir una narrativa distorsionada de la verdad haciendo a un lado datos y hechos claros y evidentes.
Se posicionan mitos que quedan sin ser contrastados, distorsionando la realidad y generando más polarización, fanatismo y odio político. Con preocupación vemos que las narrativas falsas van ganando terreno a pasos agigantados entre ciudadanos y actores políticos.
BALANCE
En la defensa de la democracia, la rigurosidad en el debate público y el mantenimiento de una narrativa genuina sustentada en datos comprobados son requisitos indispensables para contrarrestar la desinformación y evitar la normalización de las prácticas antidemocráticas.
A través de esta rigurosidad en la construcción de los discursos, las voces democráticas deben reivindicar la importancia de las instituciones de la democracia y el rechazo permanente a las prácticas autoritarias.
En tiempos difíciles, donde algunos pretenden normalizar los abusos y ocultar los efectos brutales de las dictaduras, todo demócrata debe alzar la voz sin miedo. Ganar el debate en favor de la democracia entraña valentía, volumen y determinación.
Escoger la opción del silencio y la mordaza nos quita libertad y abre las puertas del autoritarismo. El silencio no es una opción, porque está en juego nuestra libertad y el futuro de nuestros hij@s.
* Los puntos de vista son a título personal.
No representan la posición de la OEA
