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Reformas electorales

Francisco Guerrero Aguirre

Francisco Guerrero Aguirre

Punto de equilibrio

 

Los procesos electorales son esenciales para la gobernabilidad y la representación política. A través de leyes y procedimientos se construye el andamiaje jurídico que da soporte a la transferencia pacífica del poder y el ejercicio ordenado del gobierno.

Por ello, la democracia es una tarea en permanente construcción, que encierra el reto de una constante transformación y evolución, tendiente a responder eficazmente a las demandas que emergen dentro de las sociedades.

América Latina posee un acervo importante en cuanto a reformas electorales, que ha sido acumulado a lo largo de más de cuatro décadas de vigencia de la democracia y del Estado de derecho en la región, y cuyo proceso de reformas se ha acentuado durante los últimos años en cuanto a la cantidad y profundidad de los cambios normativos.  

En este contexto, recomiendo ampliamente revisar la obra: Reformas Electorales en América Latina, coordinada por Flavia Freidenberg, compilación que contiene en sus seis capítulos valiosos aportes técnicos y académicos de expertas y expertos en materia política-electoral de toda la región.

Dentro de los múltiples temas abordados en el texto, destaco la inclusión del análisis de las Misiones de Observación Electoral de la OEA y sus informes técnicos, como un aporte central a la democracia hemisférica. Las Misiones, como lo resaltan Gerardo de Icaza y Yerutí Méndez en la obra, se realizan desde 1962, alcanzando más de 300, las cuales se han desplegado en 28 de los 34 estados miembros de la Organización, bajo los principios de respeto a la soberanía de cada país, independencia, objetividad, imparcialidad, transparencia y capacidad técnica. Es importante resaltar el papel de los Informes de las Misiones de Observación Electoral como un insumo importante para efectuar reformas electorales por parte de los países de América Latina, en ámbitos como la imparcialidad, neutralidad, inclusión, representación, transparencia e igualdad, entre otros.

Queda claro que para llevar a cabo reformas electorales exitosas no existen recetas únicas. Un buen proceso reformador entraña un debate abierto en donde participen todos los actores relevantes, buscando siempre consensos básicos que garanticen inclusión y reconocimiento social.

Las buenas reformas son aquellas que parten de la diversidad y del consenso político y, sobre todo, de una discusión técnica seria y rigurosa que permita mejorar las prácticas electorales y sus procesos administrativos y jurisdiccionales. El debate y el diálogo son herramientas fundamentales para continuar la ruta del fortalecimiento democrático y de sus reglas de juego. 

 

BALANCE

Los procesos de evaluación y reformas, amplios y plurales, se vuelven impostergables ante un difícil escenario de polarización y erosión de los sistemas políticos y electorales en nuestros países. Es evidente que hay factores externos que multiplican los retos y desafíos que actualmente enfrentan nuestras democracias: corrupción,  fragilidad del Estado de derecho, efectiva separación de poderes y el libre ejercicio de los derechos políticos.

Debemos considerar a los sistemas políticos como agentes de cambio dentro de los países para transformar realidades. La democracia es la vía institucional, ordenada y pacífica para impulsar cambios dentro de las sociedades.

Como lo ha señalado Luis Almagro, secretario general de la OEA, el gran reto del continente consiste en fortalecer nuestra democracia a través de  elecciones libres, periódicas y transparentes. Las reformas electorales son el mejor camino para enfrentar los nuevos problemas de la gobernabilidad y el ejercicio de gobierno.

 

*Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA

 

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