Policrisis

Se estima que más de 123 millones de personas se han visto desplazadas a la fuerza por los conflictos geopolíticos mundiales.

A finales del año pasado, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de las Naciones Unidas presentó el informe Panorama Humanitario Mundial 2025. Los datos y las conclusiones dan cuenta de una realidad evidente: nos enfrentamos a una policrisis mundial.

Como lo señala la investigadora Leire Moure-Peñín, el concepto de policrisis se refiere a una serie de crisis interconectadas que amenazan el orden, la estabilidad y el bienestar de la humanidad. Estas crisis no son fenómenos aislados, son interdependientes y ocasionan impactos que se amplifican y retroalimentan de manera impredecible, reflejando una complicada red de causas y efectos que caracteriza a un mundo interconectado.

El inicio de la segunda parte de esta década nos coloca en un escenario complejo de múltiples crisis, los riesgos mundiales están presentes y latentes, incluyen fenómenos como el cambio climático, las pandemias, la inestabilidad económica, los conflictos geopolíticos (Gaza, Sudán, Ucrania) los desplazamientos masivos, las crisis humanitarias y, más recientemente, un proceso renovado de discusión sobre el futuro de las relaciones comerciales a nivel global y regional.

Según el informe de Naciones Unidas, se estima que más de 123 millones de personas se han visto desplazadas a la fuerza por los conflictos geopolíticos mundiales y, en este grupo, las violaciones contra los niños están en niveles récord. Uno de cada cinco niños vive ahora en una zona de conflicto o ha huido de ellos.

En 2025, más de 305 millones de personas necesitarán asistencia humanitaria y únicamente se tienen recursos para asistir a 190 millones de personas. A ello habría que sumar los cambios profundos en los flujos  migratorios del continente.

Para asistir humanitariamente a todos se requiere de un financiamiento internacional para el cual no existen donantes potenciales. Ayudar a esas personas a sobrevivir en más de 30 países y en nueve regiones de acogida de refugiados requiere de un presupuesto adicional que supera los 47 mil millones de dólares.

A estos múltiples conflictos se suma la lamentable indiferencia e indolencia por proteger y fortalecer el derecho internacional humanitario, en donde las personas vulnerables son las más afectadas, ensanchándose las brechas del flagelo de la desigualdad, junto con cinturones más amplios de miseria y pobreza mundial.

Como señaló el secretario general de la OEA, Luis Almagro, es nuestra tarea establecer la ruta que permita fortalecer la cooperación y las alianzas regionales para implementar acuerdos de responsabilidad compartida para hacer frente a las distintas clases de crisis que padecemos y al impacto humanitario del desplazamiento y la migración forzada.

BALANCE

Como se puede apreciar, las crisis se están prolongando en el tiempo y se siguen sumando nuevas, lo cual hace que su tratamiento se vuelva más complejo y sus efectos tengan más impacto en la calidad de vida de la gente. Las crisis son enfermedades que corren el riesgo de hacerse crónicas e incurables, por lo que requieren de atención urgente e integral.

El aislacionismo ha generado históricamente consecuencias funestas, tanto para los países más ricos como para las naciones en vías de desarrollo. Es impostergable el llamado a la acción solidaria y colectiva, si insistimos en aislarnos, los conflictos y las crisis terminarán por desbordarnos.

La racionalidad indicaría que los que tienen más recursos deben aportar decididamente para enfrentar las grandes crisis que afectan a nuestra casa común y a quienes la habitamos. Sólo podremos superar las crisis juntos, buscando siempre más derechos para más gente.

*Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA.

Temas: