Observación electoral: pilar de la democracia
El fanatismo político y la polarización, sumado a la desinformación y las noticias falsas, también han generado un escenario que amenaza la labor de la observación electoral que, en algunos casos, han creado situaciones de hostigamiento y estigmatización a ese trabajo.
Escribo esta columna desde San José, Costa Rica, país que acaba de celebrar exitosamente una nueva elección presidencial dentro de su importante historia democrática. La Misión de Observación Electoral (MOE) está presidida por la exvicepresidenta y excanciller de Panamá, Isabel de Saint Malo y está integrada por 16 especialistas de nueve nacionalidades. Es la decimoséptima Misión que la OEA despliega en Costa Rica.
La observación electoral se ha convertido en un pilar esencial de la democracia; es casi unánime la presencia de misiones en todos los comicios regionales y mundiales. Desde 1962, la OEA ha desplegado más de 295 misiones de Observación Electoral, las cuales han tenido presencia en 28 de los 34 estados miembros de la OEA.
Los observadores electorales nacionales e internacionales, en el ejercicio de su función, se convierten en defensores de los derechos políticos de la gente, rigiéndose siempre conforme a los procedimientos, metodologías y herramientas técnicas que les permite evaluar integralmente los procesos.
Observar elecciones precisa de principios y protocolos estrictos de neutralidad e imparcialidad. La presencia de la observación electoral contribuye a la transparencia de los procesos, genera confianza en los actores políticos y en la ciudadanía, permite el escrutinio público, da voz a quienes quieren presentar sus reclamos, favorece a la paz social y fortalece a la institucionalidad electoral y el Estado de derecho.
Como lo refiere el preámbulo de la Declaración de Principios Globales para la Observación y Monitoreo Electoral, 2012: … la evaluación electoral es independiente, sistemática y global de los marcos normativos, instituciones, procesos y el contexto político relacionados con las elecciones. Es el análisis imparcial, exacto y oportuno de sus hallazgos; con base en los más altos estándares éticos de imparcialidad y exactitud. Es la presentación de recomendaciones apropiadas para lograr elecciones democráticas auténticas, y la incidencia para mejorar los marcos normativos electorales y su implementación por la administración electoral.
En contextos político-electorales complejos y polarizados, caracterizados por una creciente insatisfacción con la democracia en la región y el cuestionamiento a la institucionalidad, cobra gran relevancia e importancia el trabajo de los observadores electorales y sus informes, otorgando transparencia, confianza y certeza a los partidos políticos y a la ciudadanía en general.
BALANCE
El fanatismo político y la polarización, sumado a la desinformación y las noticias falsas, también han generado un escenario que amenaza la labor de la observación electoral que, en algunos casos, han creado situaciones de hostigamiento y estigmatización a su trabajo.
Las autoridades electorales deben desarrollar políticas de protección integral a los observadores electorales nacionales e internacionales para que puedan desarrollar su trabajo en condiciones de seguridad, y que todos los organismos públicos de los países que reciben misiones, materialicen sus obligaciones de respeto, protección y garantía de sus derechos, precautelen su vida e integridad personal en situaciones de riesgo, junto con la obligación de juzgar y sancionar las vulneraciones a sus derechos conforme a la ley.
Como lo ha mencionado el secretario general de la OEA, Luis Almagro, en cuya administración se han desplegado más de 73 misiones de Observación Electoral en los países de la región, la valentía de los observadores y los jefes de las MOE para desafiar las condiciones de pandemia es encomiable. Su labor técnica es superior.
* Los puntos de vista son a título personal.
No representan la posición de la OEA
