Nicaragua: Constitución despótica

Destaca la voz de Juan Sebastián Chamorro, precandidato a la presidencia de Nicaragua en 2021.

En un camino frenético por consolidar una dictadura sin paralelo en la región, Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo llevan 10 años trasformando la constitución nicaragüense para convertirla en un traje a su medida. El deterioro y la erosión democrática de esta nación centroamericana han sido estratégicamente generadas para eternizarse en el poder a cualquier costo.

La tiranía nicaragüense no tiene límites y el viernes pasado la Asamblea Nacional de Nicaragua, totalmente cooptada por el partido de gobierno, aprobó una reforma constitucional que otorga el control absoluto de los poderes del Estado a la dictatura. En la denuncia a estas atrocidades, destaca la voz valiente de Juan Sebastián Chamorro, precandidato a la presidencia de Nicaragua en 2021, quien fue infamemente perseguido, arrestado y desterrado de su patria por la dictadura.

Chamorro, que actualmente se desempeña como investigador visitante en el Instituto Kellogg de la Universidad de Notre Dame, ha señalado con razón que  estas reformas están configurando en Nicaragua una “constitución despótica”, que elimina la separación de los poderes del Estado y que transforma al régimen en una “codictadura bicéfala”, instaurando el paramilitarismo bajo la supuesta figura de policías voluntarios, en donde se incluyen más controles para los medios de comunicación y la Iglesia.

Este engendro legal reforma más de 100 artículos dando vida a una copresidencia para Murillo, excluyendo la pluralidad política, eliminando la autonomía de los otros poderes estatales y llegando a la desfachatez de incluir a la bandera del partido de gobierno como símbolo patrio. 

La Secretaría General de la OEA, de forma inmediata, expresó su rechazo y repudió a una reforma ilegítima que constituye una aberrante forma de institucionalización de la “dictadura matrimonial” y una agresión definitiva al Estado de derecho democrático.

Debemos recordar que la dictadura, arrollando los conceptos más básicos del Sistema Interamericano, ha incumplido sistemáticamente sus obligaciones nacionales e internacionales, profundizando un proceso acelerado de regresión democrática.

Los afanes aislacionistas de la dictadura procuran de forma premeditada separarla de la comunidad hemisférica, con el fin de seguir vulnerando derechos y libertades ciudadanas, y eludir así sus responsabilidades jurídicas en el concierto interamericano e internacional.

Como mencionó el secretario general de la OEA, Luis Almagro, el pueblo de Nicaragua necesita paz, democracia y respeto a los derechos humanos, necesita elecciones auténticas, legítimas, universales y libres. Es urgente poner fin a la dictadura.

BALANCE

No podemos guardar silencio ante una regresión democrática tan dramática. La comunidad internacional tiene la gran responsabilidad de denunciar la concentración de poder y las acciones en contra de los derechos y la libertad.

El mundo y la región deben manifestarse con determinación en contra de un gobierno tiránico y autocrático, que menoscaba permanentemente el derecho irrenunciable de todos sus ciudadanos a vivir en una sociedad democrática, plural, diversa, en donde exista espacio para todas las voces. 

Ante la adversidad, no debemos perder la esperanza de una Nicaragua libre. Como lo ha afirmado el gran escritor, premio Cervantes, perseguido por la tiranía y despojado de su nacionalidad, Sergio Ramírez: “Tengo la esperanza de que en el caso de Nicaragua vendrá un momento en que, a través de una transición democrática, tendremos instituciones firmes, un gobierno elegido, una vida pacífica. Es una esperanza que como ciudadano no puedo perder”.

*Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA

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