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El valor del regionalismo

Francisco Guerrero Aguirre

Francisco Guerrero Aguirre

Punto de equilibrio

Ingenuamente, llegamos a pensar que el covid-19 sería pasajero. La realidad es que su impacto para los próximos 25 años aún es motivo de profundo análisis y ácidos debates para gobiernos, corporaciones y organizaciones de la sociedad civil.

En medio de brutales efectos macroeconómicos, los países más desarrollados intentan resetear sus aparatos productivos tratando de minimizar las pérdidas y de maximizar la cooperación de la ciudadanía para superar la emergencia.

La crisis mundial y regional generada por el virus es multidimensional e intersectorial. Los efectos del covid-19 han sido devastadores, generándose retrocesos importantes en todos los ámbitos de la sociedad. En los dos últimos años de la pandemia, 22 millones de personas ingresaron en las cifras de extrema pobreza, alcanzando un porcentaje histórico de 33.7% del total de la población regional.

Otro indicador preocupante es el crecimiento del índice de pobreza de aprendizaje entre niños y jóvenes, debido al prolongado cierre de centros educativos, que se suma a la gran brecha digital que les impide acceder a una enseñanza virtual de calidad. Según el Banco Mundial (BM), en 2021 en los países de bajo y mediano ingreso, la pobreza de aprendizaje habría alcanzado 70%.

Durante la emergencia sanitaria, los comicios se han seguido realizando regularmente en nuestro continente. Salvo lamentables excepciones, las jornadas electorales se han podido desahogar satisfactoriamente durante 2020 y 2021.

Lo anterior es algo para reconocer y aquilatar. Sin embargo, no es suficiente. Necesitamos mucho más que elegir gobernantes. Urgen mejores campañas electorales para elegir a l@s mejores calificad@s en un marco extraordinario como el que vivimos. L@s votantes merecen contar con un debate amplio e informado que permita calcular los efectos de sus decisiones.

Las ofertas fáciles y la venta de expectativas mentirosas son una puerta falsa a las esperanzas de los electores. Nos urge una discusión seria entre distintos planes de gobierno y agendas públicas que comprometan la acción de sucesivos gobiernos, incorporando al covid-19 como una variable transversal a toda la gestión pública.

Como señala con razón María Pía Riggirozzi: una de las principales lecciones que evidencia esta crisis de salud pública mundial, consiste en subrayar la importancia social y política del regionalismo.

El regionalismo es una herramienta de gobernanza crucial para el amparo y el refuerzo de la soberanía de los estados. Nuestra región emergió como un espacio de identificación y defensa de los intereses comunes, por lo que ningún país puede, ni debe aislarse en un mundo lleno de amenazas y desafíos.

 

BALANCE

La OEA es el espacio de cooperación regional por excelencia. Es el único foro político que se extiende desde Canadá hasta Tierra del Fuego. En la organización conviven todas las naciones del continente, transformándose en un crisol insustituible como lo demuestra su duración centenaria. Como lo ha señalado Luis Almagro, secretario general de la OEA, la presencia de covid-19 requiere de líderes resilientes que privilegien la generación de consensos, con capacidad de interpelar e interactuar con todos los actores, que busquen puntos de equilibrio, eviten la polarización, el extremismo y el fanatismo político que erosionan la democracia.

El mayor reto del futuro reside en proteger la calidad de vida de las presentes generaciones sin afectar el futuro de las próximas, mediante una recuperación resiliente, inclusiva y sostenible, con gran dosis de solidaridad. En esa búsqueda, el regionalismo es la apuesta más inteligente y solidaria.

*Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA

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