El potencial de la integración regional

El Banco Mundial señala que la región ha demostrado ser resiliente ante el aumento del estrés de la deuda, la inflación persistente y la incertidumbre en torno a la invasión rusa de Ucrania

A inicios de abril, el Banco Mundial (BM) presentó su último informe denominado El potencial de la integración, oportunidades en una economía mundial cambiante. El estudio afirma que el panorama global ofrece grandes oportunidades de crecimiento y transformación para América Latina y el Caribe, siempre y cuando se tomen decisiones inteligentes y oportunas.

Podríamos aprovechar este momento histórico gracias a nuestra cercanía geográfica y los estrechos vínculos comerciales con la Unión Europea, EU y Canadá. El continente se podría perfilar como la región ideal para atraer inversiones, tecnología y capitales.

El crecimiento regional podría impulsar la creación de empleo y la transformación industrial de los países, centrándose en la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC). Así lo ha señalado el secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien reconoce que las plataformas digitales y la economía del conocimiento son dos fuerzas poderosas que tenemos que utilizar en este tiempo.

El Banco Mundial, en su informe, señala que la región ha demostrado ser racionalmente resiliente ante el aumento del estrés de la deuda, la inflación persistente y la incertidumbre en torno a la invasión rusa de Ucrania.

A pesar de las dificultades, la región ha logrado una relativa estabilidad macroeconómica, que según el BM le ha permitido proyectar para 2023 un crecimiento económico de 1.4% y de 2.4% para 2024 y 2025, mientras que la inflación se redujo a 5% en 2023.

Otra gran potencialidad radica en poseer abundantes recursos energéticos y minerales indispensables para lograr la transición energética hacia una matriz baja en carbono, la masificación de las energías renovables, la electromovilidad y el combate al cambio climático.

Como destaca la Cepal, el éxito de la transición energética dependerá en gran medida de la disponibilidad y suministro de minerales, lo que incentivará una mayor actividad extractiva, con efectos positivos y negativos para los países.

La posibilidad de potenciar estos factores a favor de la región, aprovechando positivamente la actual coyuntura global, requiere de fortalecer la gobernanza democrática nacional y regional, propiciando la edificación de un pacto social que incluya a tod@s en el debate.

La vigencia y el fortalecimiento de las instituciones democráticas son requisitos indispensables para establecer un marco de certeza y estabilidad para las inversiones, la transferencia tecnológica y la generación de empleo.

Los índices de crecimiento económico proyectados para la región son insuficientes para reducir la pobreza y el desempleo, sumados al creciente endeudamiento regional que alcanza en la actualidad 64.7% del PIB de América Latina y el Caribe.

En este nuevo escenario, la integración física, política, económica y social de los países de América Latina y el Caribe es un imperativo estratégico para alcanzar una mejor posición colectiva como región en el contexto internacional.

BALANCE

No podemos repetir y profundizar los errores que nos han apartado del desarrollo en el pasado. El siglo XXI debe encontrarnos juntos e integrados para ser una voz importante en el mundo.

Un nuevo regionalismo democrático significa edificar una comunidad sólida con un gobernanza amplia e incluyente acompañada de condiciones de legitimidad, estabilidad y certeza para afrontar los nuevos retos. Nos urgen agendas colectivas concertadas orientadas a reducir las asimetrías internas y externas de la región, aprovechando nuestras potencialidades y coincidencias en beneficio de nuestra gente.

*Los puntos de vista son a título personal. No representan la posición de la OEA

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