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Democracia viral

Francisco Guerrero Aguirre

Francisco Guerrero Aguirre

Punto de equilibrio

El ciclo electoral 2020-2021 se ha desarrollado en medio de tres virus: el de covid-19; el de información instantánea, abundante y globalizada, donde prevalecen noticias falsas y desinformación y, como consecuencia, el de campañas virulentas y polarizadas. Vivimos una suerte de democracia viral.

La presencia de la pandemia por covid-19 ha generado el inicio de una crisis multidimensional que durará varios años. La pandemia impacta de forma directa en el deterioro de los niveles de vida de la población, el aumento de la pobreza, el desempleo y las inequidades sociales.

Sólo a nivel regional —América Latina y el Caribe—, finalizamos la primera mitad del 2021 con más de 37.8 millones de contagiados y superamos el 1.2 millones de fallecidos. Adicionalmente, según la Cepal, al finalizar el 2020 la pandemia generó una caída del 7.7% del PIB en la región, una tasa del 10.7% de desempleo, un crecimiento de la pobreza al 33.7% y de la pobreza extrema al 12.5%.

A pesar del difícil contexto, los procesos democráticos se han seguido efectuando, los organismos electorales han podido desarrollar elecciones bajo parámetros de bioseguridad y vigilancia epidemiológica y la ciudadanía ha acudido de forma mayoritaria a las urnas para elegir a sus gobernantes. Paralelamente al desarrollo de los procesos electorales, tenemos una viralización exponencial de la información, caracterizada por el uso de los medios digitales y electrónicos para la generación de opinión pública y el desarrollo de campañas electorales.

El Secretario de la OEA, Luis Almagro, ha señalado con razón que: “En la era digital y de redes sociales, la disponibilidad de información es inmediata y abundante. Estas dos características nos ayudan a mantenernos al día en lo que está pasando en el mundo de forma instantánea”.

En nuestro hemisferio, las redes sociales cuentan con más de 654 millones de usuarios, convirtiéndose en una herramienta imprescindible para la comunicación digital y la difusión de los mensajes hacia la ciudadanía.

Lamentablemente, el fenómeno de la viralización de la información también contribuye a una difusión brutal de mensajes de polarización política, fanatismo, discursos de odio y noticias falsas, con el consecuente descrédito a candidatos, autoridades, instituciones y gobiernos.

La virulencia digital crece principalmente durante las campañas electorales, se construyen discursos radicales y polarizadores dando rienda suelta a noticias falsas y especulaciones de toda índole, que enturbian el ambiente político y social.

Una víctima de la virulencia digital han sido los organismos electorales de la región, debido a los cuestionamientos, políticamente motivados, de candidatos y organizaciones respecto al desarrollo del proceso comicial.

La violencia digital es dañina para la democracia y la gobernabilidad ya que, al sembrar polarización de forma permanente, se convierte en un búmeran que regresa en contra de quienes asumen el poder, al imposibilitar acuerdos y consensos políticos.


balance         
Estamos inmersos en una democracia viral. Frente a estos escenarios, es imprescindible la formación de ciudadanos críticos como tribunos digitales, con el fin de que puedan utilizar de manera adecuada las redes sociales, analizar y cuestionar la información que reciben.

Ante esta circunstancia, el concepto de alfabetización digital cobra relieve, al desarrollar en los electores, la capacidad de encontrar, identificar, evaluar y usar la información encontrada en medios digitales de manera efectiva. Son tiempos virales. La vacuna está en saber dilucidar la verdad con todos los elementos a nuestro alcance.

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