Billonarios
Los billonarios avanzan, mientras millones de personas batallan para sobrevivir
Hace pocos días se celebró el Foro Económico Mundial de Davos-Suiza bajo el lema: Reconstruir la confianza. Se reunieron más de 2 mil 800 participantes, representando a 100 gobiernos y más de mil empresas. La crème de la crème del poder económico global.
Los debates se centraron sobre las tensiones geopolíticas que amenazan la paz mundial (Ucrania y Gaza), la descarbonización de la economía, las oportunidades y amenazas de la inteligencia artificial, el aumento generalizado del costo de la vida, la seguridad energética y alimentaria, y la intensificación de la emergencia climática.
La élite mundial reunida en Davos también abordó la fragilidad de la democracia a nivel mundial amenazada por los efectos de las crisis múltiples, la fuerte polarización global, y los impactos de las nuevas tecnologías.
Se hizo innegable que el mundo vive un momento marcado por una creciente desigualdad económica y social, que evidencia una lacerante pobreza que afecta a millones de personas, acompañada de una mayor concentración de riqueza en muy pocas manos.
El Informe Oxfam titulado: Desigualdad S.A., publicado de forma paralela al inicio del Foro de Davos, evidencia esta aguda realidad. Vivimos una era de creciente desigualdad, caracterizada por la falta de alternativas en el ámbito económico, y el ensanchamiento de las brechas económicas y sociales.
Según Oxfam, vivimos en una Edad Dorada, en la que unos pocos se enriquecen de manera desproporcionada, mientras que la mayoría de los trabajadores que verdaderamente lo hacen posible no tienen acceso a esta riqueza.
En 2024, más de 5 mil millones de personas son más pobres hoy que en 2019, ralentizándose de forma notable las metas de reducción de pobreza global.
El dato anterior es revelador: durante los primeros años de esta década, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo ha aumentado con creces, mientras que 5 mil millones de personas se han empobrecido brutalmente. Los billonarios avanzan, mientras millones de personas batallan para sobrevivir en un escenario vergonzoso para tod@s.
Las profundas desigualdades y el ensanchamiento de las brechas económicas han impulsado una importante erosión democrática dentro y fuera de la región, que se combustiona por una deficiente gestión gubernamental, y que afecta el ejercicio pleno de derechos y libertades de amplios sectores de la población regional.
La desigualdad incide directamente en la pérdida de la confianza de la ciudadanía en el sistema democrático, acrecienta su incertidumbre, alimenta la polarización, dificulta la gobernabilidad, perjudicando los consensos mínimos para un gobierno eficaz.
Este constante deterioro se proyecta en el incremento del crimen organizado a nivel regional, evidenciado en el aumento significativo de las tasas de homicidios, los delitos violentos y la creciente inseguridad ciudadana.
Este escenario de desigualdad y descontento social entraña un grave peligro para la región, al impulsar la emergencia de regímenes populistas que aprovechan las contradicciones para llevar “agua a su molino”.
BALANCE
Como ha señalado el secretario general de la OEA, Luis Almagro, debemos defender la democracia de todas las amenazas y riesgos que puedan ponerla en peligro. Para ello, debemos permanecer unidos, no sólo para preservar su existencia formal, sino para combatir la insultante desigualdad en la que vivimos.
Generar riqueza es indispensable. Sin embargo, Estado y sector privado deben cooperar en la creación de una nueva economía que no beneficie sólo a un puñado de personas. Nos urge un nuevo pacto económico y social que redistribuya la riqueza para beneficio de tod@s.
*Los puntos de vista son a título personal.
No representan la posición de la OEA
