Destacan las transiciones ordenadas y pacíficas de las elecciones presidenciales de Ecuador, Bolivia y Chile. También debe valorarse la transición democrática en Uruguay, de la derecha hacia un gobierno de izquierda, en marzo de 2025, que es el mejor ejemplo de cómo esta nación ha logrado construir el mejor sistema político del continente.
2025 demostró nuevamente que la alternancia política es indispensable para el buen funcionamiento de la democracia. El péndulo electoral latinoamericano se movió de la izquierda a la derecha, confirmando que los ciudadanos del continente están dispuestos a mudar de un extremo al otro, de la mano de sus experiencias, insatisfacciones y de las promesas rotas del populismo y el autoritarismo.
En 2025 se convocó a las urnas a ciudadanos de 14 países americanos: Argentina, Belice, Bolivia, Canadá, Chile, Ecuador, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago y Uruguay.
Destacan las transiciones ordenadas y pacíficas de las elecciones presidenciales de Ecuador, Bolivia y Chile. También debe valorarse la transición democrática en Uruguay, de la derecha hacia un gobierno de izquierda, en marzo de 2025, que es el mejor ejemplo de cómo esta nación ha logrado construir el mejor sistema político del continente, gracias a partidos políticos institucionalizados que saben ejercer de manera indistinta su rol como gobierno y oposición de manera responsable.
2026 no pinta bien. La región no puede superar la trampa del “bajo crecimiento económico” a la que se refiere la CEPAL al proyectar para el año próximo un prolongado periodo de bajo crecimiento económico de apenas 2.3 por ciento. En materia de seguridad, las cosas tampoco mejoran. El hemisferio se enfrenta a la delincuencia organizada transnacional, el narcotráfico, la violencia y la corrupción.
En el caso de Perú, la destitución de la presidenta Dina Boluarte, en octubre de 2025, por incapacidad moral permanente, evidencia una profunda crisis institucional presente en el país andino desde 2016, en la cual siete presidentes han ejercido el poder en los últimos 9 años. Con respecto a Honduras, las elecciones presidenciales del 30 de noviembre de 2025 se mantienen en gran incertidumbre al carecer de resultados definitivos. En un contexto de acusaciones mutuas y escasa confianza institucional, el país se mantiene en la zozobra ante la lentitud en el conteo de los votos por parte del Consejo Nacional Electoral.
En estos últimos días del año, la mirada del mundo sigue atenta sobre el futuro de Venezuela. Quienes creemos en la democracia esperamos que la tiranía de Maduro llegue a su fin y comience un nuevo camino de democracia, de paz y de libertad para su gente que tanto ha sufrido.
Los procesos electorales no se detienen. 2026 nos presenta un amplio calendario electoral en las Américas. Así, las elecciones presidenciales y legislativas se celebran en Costa Rica (1 de febrero y 5 de abril de 2026); Colombia (8 de marzo, 31 de mayo y 21 de junio de 2026); Perú (12 de abril y 7 de junio de 2026); Brasil (4 y 25 de octubre de 2026) y legislativas en Estados Unidos (3 de noviembre de 2026). A nivel subnacional, tendrán elecciones Bolivia (22 de marzo y 19 de abril de 2026) y Paraguay (4 de octubre de 2026).
Mención especial merecen las elecciones generales en Haití (30 de agosto y 6 de diciembre de 2026), las cuales serán las primeras desde 2016 y tendrán el reto de reconstruir las instituciones democráticas en el país caribeño, y dotarle de estabilidad a sus ciudadanos, que sufren del azote de la violencia de las pandillas y las bandas delincuenciales.
BALANCE
A pesar de los pesares, la democracia sigue siendo la mejor forma de gobierno posible y deseable. No permitamos que nadie decida por nosotros. El voto es una conquista histórica de todos los latinoamericanos. El futuro está en nuestras manos.
A todos nuestros lectores, un agradecimiento por acompañarnos semanalmente en esta columna durante 13 años. Es un privilegio escribir en libertad en nuestro querido Excélsior. ¡¡Feliz Navidad!! Nos vemos la próxima semana.