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2022: la democracia vs. ómicron

Francisco Guerrero Aguirre

Francisco Guerrero Aguirre

Punto de equilibrio

Empezamos 2022 y la pandemia de covid-19 no da tregua. En el mundo han aparecido nuevas variantes del virus como ómicron, IHU y la doble infección flurona (covid 19 + influenza), ensombreciendo las esperanzas de superar definitivamente la emergencia sanitaria y sus perniciosos efectos.

Han pasado apenas 2 años desde que se dio el primer brote de covid-19 y ya suman a nivel mundial más de 292.6 millones de contagiados, superando los 5.4 millones de fallecidos. En América Latina y el Caribe se contabilizan 48.4 millones de infectados y más de 1.5 millones de muertes.

La pandemia está lejos de terminar y la democracia continuará su lucha contra ómicron y los nuevos virus por venir, poniendo a prueba la resiliencia de los sistemas democráticos del mundo y la región.

Pese al difícil contexto global, existen hechos que invitan a la esperanza. La democracia sobrevivió a la pandemia durante el 2021. Los ciudadanos no dejaron de ejercer su derecho. Sólo en nuestro continente se realizaron 25 comicios en 17 países.

Las expectativas democráticas para el 2022 plantean desafíos enormes en el horizonte mundial y regional.  Se tiene planificado la realización de 78 procesos electorales en el mundo a lo largo del presente año.

En Europa se realizarán 30 comicios, en Asia y África se celebrarán 15 procesos en cada región, respectivamente, en Oceanía se efectuarán siete comicios. En las Américas durante 2022 están programados 11 procesos electorales divididos entre presidenciales y legislativos, elecciones subnacionales y procesos de democracia directa.

La agenda electoral se abre con las elecciones generales de Costa Rica en febrero, continuando con las de Colombia en marzo y junio, y cerrando con los comicios generales de Brasil en octubre. También se destaca, el referéndum en Uruguay sobre la Ley de Urgencia en marzo de 2022 y el plebiscito constitucional en Chile, una vez que concluya la redacción de la nueva carta magna del país austral. 

Los retos son enormes: trabajar para fortalecer la democracia con procesos electorales justos, equitativos, competitivos y transparentes, y la atención de aspectos estructurales como el cambio climático, la desigualdad, la migración, la corrupción, el narcotráfico y, sobre todo, el deterioro de los niveles de vida seguirán en el horizonte.

 

BALANCE

Como ha señalado el secretario general de la OEA, Luis Almagro, edificar una sociedad democrática entraña respetar los principios, valores y derechos establecidos en la Carta Democrática Interamericana y en los instrumentos internacionales de derechos humanos que vinculan a los estados de forma obligatoria y que plantean alcanzar una comunidad democrática hemisférica.

Para profundizar la democracia, es imprescindible garantizar los derechos e incluir a todos y todas en las agendas públicas. Sólo así podrá ser disminuida la erosión democrática y los efectos negativos de la pandemia.  

No deben ser tolerados regímenes autoritarios que amenazan con socavar los principios democráticos, vulnerando la voluntad popular en las urnas. Por el contrario, la condena a estas prácticas nocivas como la irradiación de los valores democráticos son el antídoto eficaz frente a estas amenazas. En este escenario no cabe la neutralidad. La complicidad es una puerta falsa que debilita profundamente a la democracia.

La lucha de la democracia contra ómicron y sus variantes continuará durante 2022. Seguir actuando con determinación y resiliencia será fundamental. El contexto es difícil, pero no desesperanzador, como lo decía Desmond Tutu: la esperanza es poder ver que hay luz a pesar de toda la oscuridad.

 

* Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA.

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