Qatar 2022: se acabó el año (I)
El presidente de la FIFA envió una carta a los 32 países que competirán en el Mundial de 2022 en la que les sugiere “centrarse en el futbol”.
Desde las fiestas patrias se acabó el año. No exagerará quien así piense. Si de unos lustros a la fecha se hace la broma de que la semana laboral consiste en cinco días que normalmente son lunes y martes debido a que los miércoles está el indispensable precopeo, los jueves hay fiesta y los pendientes del viernes mejor los dejamos para la semana que entra, el mes de la patria marca el encuentro anticipado con el pan de muerto y los adornos navideños, fuertes estimulantes del efecto de que doce meses se pasan volando. Como la vida.
Si a eso le agregamos la salida de covid-19 (¿ahora sí domamos a la pandemia?) que, evidentemente alteró nuestra “normalidad”, el Mundial de Qatar 2022 rematará esas sensaciones de haber cumplido con los deberes, aunque la realidad indique exactamente lo contrario, justo cuando se cierran las ventanillas por las posadas y navidades.
Sin embargo, me temo que los aficionados al futbol poco podrán celebrar y habrá mucho por ocultar (o negar) de parte del gobierno catarí durante el mes que dure la Copa del Mundo. En el caso de nuestro país, hay un pesimismo generalizado, y cíclico, sobre el desempeño de la Selección Mexicana, cuestionada por sus atentos seguidores y los analistas de los medios especializados. Por otra parte, en Qatar 2022 se cerrará, de manera patética, un ciclo corrupto basado en el tremendo poder de convocatoria que tiene el futbol.
Si Maradona dijo aquello de que “la pelota no se mancha”, en Qatar el cuero está empapado de petróleo, precisamente.
Conviene recordar la manera en que el emirato obtuvo la sede mundialista. En noviembre de 2010, en el Palacio del Elíseo, sede de la Presidencia de Francia, el exfutbolista Michel Platini, el entonces presidente Nicolas Sarkozy, el hoy emir de Qatar, Tamim Bin Hamad Al Zani, y el jeque Hamad Bin Jassim tuvieron un almuerzo a unos días de que se votaran las sedes de los Mundiales de 2018 y 2022. En ese entonces, un grupo de empresarios interesados en que Inglaterra obtuviera el Mundial de 2018 contactó a Christopher Steele, un exespía del MI6 que trabajó en Moscú como agente encubierto a principios de la década de los 90, célebre por conseguir la información más sensible sobre las actividades clandestinas de Rusia.
Antes, en abril de 2010, Igor Sechin, viceprimer ministro de Rusia, fue a Qatar a negociar un proyecto masivo de extracción de gas natural, al tiempo que una comisión rusa, encargada de presentar la candidatura a su Mundial, viajó a Doha. Steele descubrió que la sincronía de ambos eventos no podía tratarse de una coincidencia. “Además de los enormes acuerdos de gas, los emisarios estaban confabulando para intercambiar votos del Mundial” (Tarjeta roja. El fraude más grande en la historia del deporte, de Ken Bensinger). Así, Rusia y Qatar comprometieron sus votos para obtener, respectivamente, los Mundiales de 2018 y 2022. Pronto se habló del Qatargate.
Eventualmente, Platini y Joseph Blatter, el caído presidente de la FIFA, comparecieron ante diversas autoridades por corrupción, entre otros cargos, y fueron sancionados en el ámbito deportivo. Y sí, ambos han librado la cárcel, pero no el escarnio.
Una cosa más: Inglaterra perdió el Mundial 2018, pero los hallazgos de Christopher Steele eran oro molido. El exespía británico contactó oportunamente al FBI y después… después vino el FIFA Gate.
Sin embargo, como el espectáculo debe continuar, hace unos días Gianni Infantino, presidente de la FIFA, envió una carta a los 32 países que competirán en el Mundial de 2022 en la que les sugiere “centrarse en el futbol”. Son curiosos los dirigentes deportivos. Hacen política para su beneficio y censuran la política cuando todas las miradas están puestas sobre cualquier competencia.
En todo caso, Infantino erra cuando insta a que el futbol sea sólo futbol. Blatter, su antecesor, reconoció que fue “un error” otorgar la sede mundialista a Qatar. Ya se acabó el año, pero su cierre será ciclónico.
