Las cartas sobre la mesa

Todo mundo aguarda lasreglas del juego que deberán cumplir los aspirantes a la silla grande.

Vistas las cosas hasta el momento, no hay manera de que la oposición tenga oportunidad alguna en las elecciones presidenciales de 2024. El parámetro, aseguran los que dicen que saben, fueron los resultados a la gubernatura del Estado de México, aunque hay quien lo pone en duda. Se hablaba de que la maestra Delfina Gómez arrasaría, pero su ventaja quedó en “solamente” ocho puntos, porcentaje que augura, subrayan aquéllos, una contienda mucho más cerrada en las votaciones del año que entra.

El caso es que desde la noche del pasado domingo inició una discusión sobre la necesidad de que las fuerzas antagónicas a Morena, es decir, al presidente Andrés Manuel López Obrador, ahora sí, cerraran filas. Esa cantaleta, sin embargo, duró algunas horas. La desactivó el anuncio de la renuncia de Marcelo Ebrard al gabinete. Las demás corcholatas reaccionaron a ese hecho, desde luego, y todo mundo aguarda las reglas del juego que deberán cumplir los aspirantes a la silla grande y que se definirán mañana en el marco del Consejo Nacional de Morena. Se reconfirma que en política no hay casualidades, sino causalidades.

En la sucesión de los hechos ha resultado cómica la manera en que los dirigentes del Partido Verde, durante su Convención Nacional, le alzaron la mano a Claudia Sheinbaum. La jefa de Gobierno de la CDMX se puso un chaleco con el color y el logo de ese partido político al tiempo que destacó que la unión entre Morena, el Verde y el Partido del Trabajo los hará “invencibles”. Ello, huelga decir, ocurrió el miércoles, en horario laboral. Poco tiempo después, el pobre de Manuel Velasco, supuestamente la figura más presidenciable del Verde, solicitó licencia para dejar su escaño en el Senado a fin de participar en la referida encuesta de Morena.

Como sea, Ricardo Monreal, durante largo tiempo suspirante, expuso que también solicitará licencia al Senado para participar en el proceso morenista. Suma y sigue. Germán Martínez está dispuesto a participar y lanzó la siguiente declaración: “Prefiero meter medicinas en los hospitales que a la cárcel a Andrés Manuel”.

En el año 2000, ver perder al PRI la Presidencia supuso algo inimaginable. Cuando Ernesto Zedillo reconoció el triunfo de Vicente Fox, notables priistas como Emilio Gamboa se le fueron encima a la antes toda poderosa figura presidencial. Proporciones bien guardadas, a Alfredo del Mazo lo acusan más o menos de lo mismo: entregar el Estado de México.

CAJA NEGRA

Fueron demasiados momentos, estelares, diría yo, del periodista Ricardo Rocha (1947-2023) en la televisión y la radio. La caja idiota, hoy una plasma ídem, siempre se distinguió por “entretener”, no tanto por “informar”. Desde luego que con reportajes como los desplazados en Chiapas por paramilitares o las entrevistas a políticos problema como Cuauhtémoc Cárdenas, el veterano reportero ganó crédito y una que otra enemistad.

Con gran olfato para la noticia, en su día Ricardo Rocha invitó a dialogar, más que a debatir, a los presidentes del PAN y del PRD, dos jóvenes políticos con gran proyección: Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, una charla no exenta de roces, pero con algunas ideas y propuestas de cara al México del siglo XXI, algo que ni por asomo se podría realizar hoy con la clase política que ha visto pasar cinco años de la autollamada Cuarta Transformación.

De todo ello, me quedo con la entrevista de Rocha a Günter Grass, quien esbozó la cualidad de la existencia de no solamente una verdad, sino la coexistencia de “muchas verdades”, algo inaceptable para los políticos, y con una pieza en el marco del Mundial de Estados Unidos 94, demasiado “seria” para el periodismo deportivo, que ciertamente va de mal en peor.

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