De pisa y corre
Está Xóchitl Gálvez, mujer dicharachera “de raíces indígenas”, subrayan sus simpatizantes. Se imita al ganador. Gálvez es una réplica de Morena. Sin embargo, es posible, y hasta probable, que entre Alito Moreno y Marko Cortés le tiendan una trampa.
En la democracia, como en el beisbol, siempre está a punto de pasar algo. En estos días de corcholatas y pasarelas, pensé en Humberto Roque Villanueva como precandidato del PRI a la Presidencia, en 1999. Si Paco Ignacio Taibo II dijo aquello de “se las metimos doblada”, en referencia a la aplastante victoria de Andrés Manuel López Obrador y compañía en 2018, aquel veterano político es recordado por la Roqueseñal en la Cámara de Diputados, gesto de “me los cogí” y con el cual celebró el aumento de 50% del IVA, en marzo de 1995, medida antipopular que no le impidió apuntarse en la lista previa para la silla grande. No por nada, el finado analista Adolfo Aguilar Zínser señaló: “Su candidatura es un enigma”.
Hoy día no hay enigmas. Cualquiera se destapa. Vean al llamado Frente Amplio por México, una ensalada de locos por el poder. En su caso, por recuperar el poder. Pan con lo mismo. En una variable, dio coraje, no tanto extrañeza, ver a Manuel Bartlett en el gabinete de la 4T. El tipo que cometió el fraude del 88 se rio en la cara de sus excorreligionarios del tricolor, pero le escupió a los que confiaron y participaron de buena fe en el movimiento lopezobradorista. El viejo zorro no se reinventó. Se conserva. Le falta el formol.
Pero los suspirantes se pintan solos. Germán Martínez, por ejemplo. Cismático como ninguno de sus colegas, dio paso fugaz en el gobierno amloísta. Ahora no le gustaron los métodos de la alianza opositora y salió por la puerta de atrás. Lilly Téllez, grosera y sin brújula, no merece mayor mención. El que nació para oráculo, oráculo se queda.
Ya así, con esa voluntad de anunciar un porvenir de bienestar, más de la docena de personajes alzó la mano para participar en el proceso de elección del candidato para tomar la bandera del Frente Amplio por México. Son demasiados, pero así se vende hoy la música, una orquesta que no sabe qué va a tocar. Vienen tormentas.
Beatriz Paredes, de amplísima experiencia, nunca conectaría con los jóvenes. Alejandro Murat está indeciso: ¿pues no que urge rescatar al país? Claudia Ruiz Massieu no participará. Además, de ser sobrina de Carlos Salinas de Gortari tiene sus demonios sueltos. A Santiago Creel se le dan muy bien las derrotas. ¿Gabriel Quadri? El chiste se cuenta solo.
José Ángel Gurría tiene todas las tablas del mundo, pero con eso no alcanza. Ildefonso Guajardo, lo mismo: brillante economista, altamente reconocido por el mundo empresarial, en su vida pondrá un pie en el tianguis de la San Felipe o similares. Y eso se paga. Hay muchos Méxicos, por absurdo que parezca.
Está Xóchitl Gálvez, mujer dicharachera “de raíces indígenas”, subrayan sus simpatizantes. Se imita al ganador. Gálvez es una réplica de Morena. Sin embargo, es posible, y hasta probable, que entre Alito Moreno y Marko Cortés le tiendan una trampa. Tras esas espaldas hay dagas escondidas.
La receta electoral del arroz cocido expuesta por Héctor Aguilar Camín (Milenio, 26-06-2023) resulta oportuna para mencionar que en la alianza opositora ese arroz está quemado, pero hay gente dispuesta a degustarlo. El electorado manda. Así están las cosas, con una veintena de precandidatos, contando a los de Morena, aspirantes cuya seguridad asusta. La megalomanía en pleno. Vean a los integrantes de sus equipos de trabajo, redactando discursos y cargando portafolios. La necesidad por conservar la chamba es muy canija.
En sus horas como precandidato por el PRI en 2005, otro que no tenía ni mínimas posibilidades, el coahuilense Enrique Martínez y Martínez, se metió muy orondo a la contienda. Cuando en confianza le dije a uno de sus asesores que qué le hacían al cuento, que su jefe de verdad ni pintaba, con su acento norteño contestó: “¡Ah, pero nosotros le decimos que sí!”.
