Logo de Excélsior                                                        

Cervantes y el reguetón

Fernando Islas

Fernando Islas

Despacito, el popularísimo tema que interpretan los cantantes boricuas Luis Fonsi y Daddy Yankee, recibió en días pasados el que quizás sea su premio más importante: el Instituto Cervantes de la Universidad de Harvard asegura que la música en el idioma del creador del Quijote dio “un salto sin precedentes gracias a esta canción”, lo que abonó en “un mercado al alza que seguirá creciendo en los próximos años”.

El estudio El pop en español en EU: Un espacio para la articulación de la identidad latina fue elaborado por Eduardo Viñuela, un profesor del Departamento de Historia del Arte y Musicología de la Universidad de Oviedo, experto, reza el boletín del Instituto Cervantes, en músicas populares urbanas y medios audiovisuales.

 “No sólo la música latina se consolida”, apunta Viñuela; “lo que realmente está pasando es que toda la cultura latina está creciendo de forma exponencial en Estados Unidos y en otros muchos países”. Según la Wikipedia, Despacito alcanzó el número uno en más de 80 países (Croacia, Polonia, Líbano, Nueva Zelanda, en fin), además de que ha sido la canción más reproducida en YouTube. En Spotify cuenta con un millón ciento treinta y un mil escuchas diarios. Llama la atención el caso de Alemania, donde el sencillo vendió un millón seiscientos mil discos, así como el de Malasia, que prohibió este éxito global por sus “connotaciones sexuales”. Pero llama más la atención que a la prensa mexicana le haya pasado de largo la novedad del “efecto Despacito” en un centro que difunde el patrimonio lingüístico y cultural de los hispanohablantes.

El hecho de que esta canción tenga la suficiente potencia como para poner en alerta a los censores del gobierno de Kuala Lumpur o la de un instituto cobijado por una de las mejores universidades del mundo es una gran noticia, simplemente porque confirma a nuestro idioma como una poderosa arma cultural y, finalmente, como un potencial instrumento de cambio social. Hace un par de semanas, el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden, puso Despacito unos segundos en su teléfono celular durante un acto de campaña dentro del Mes de la Herencia Hispana, en Florida, en el que fue presentado, ni más ni menos, que por el propio Fonsi. 

 En el vecino país del norte, señala Viñuela en su estudio, “hemos visto cómo progresivamente los artistas latinos iban ganando agencia, y repertorios como la salsa iban más allá del entretenimiento para jugar un papel importante en la reivindicación de la comunidad hispana. En este sentido, el orgullo latino implícito en el boom de los años noventa marca un antes y un después en la historia de esta música y se convierte en la expresión de una comunidad hispana más integrada y mejor posicionada en la sociedad estadunidense”.

La música es parte esencial de nuestra vida, pero hay piezas que, por sus pegajosas letras, superan a sus creadores. Es el caso de Despacito, en su momento tarareada por muchos de nosotros sin saber absolutamente nada de quién o qué grupo la interpretaba. A lo largo de los siglos, el apogeo del castellano fue posible gracias a un sinnúmero de bellas obras en verso y prosa, producción que no encontró techo con el español moderno. Los reproductores musicales colaboraron decididamente a encuentros y cruces entre las expresiones artísticas “cultas” y las “populares”, una cita que siempre se antoja inevitable.

La observación la hace Antonio Alatorre en su libro canónico Los 1,001 años de la lengua española (Colmex/FCE): “Al morir Alfonso el Sabio, la literatura escrita en nuestra lengua era ya una criatura robusta. Todo lo que vino después puede verse como ‘continuación’”.

En la actualidad, refiere asimismo Alatorre, la lengua española goza de buena salud, está en constante cambio “como todo lo que tiene vida. Hay en nuestro mundo muchas cosas de que alarmarse. Entre ellas no está la lengua española en cuanto tal (y en toda la diversidad de sus realizaciones)”.

En otro estudio, el citado Instituto Cervantes registra que 580 millones de personas hablan español alrededor del mundo, el 7.6% de la población mundial, y es la segunda lengua materna por número de hablantes. Además, el español es la tercera lengua más utilizada en internet. Tomemos eso en cuenta cuando hablemos español, cuando lo leamos, lo escribamos y lo cantemos.

 

Comparte en Redes Sociales

Más de Fernando Islas