Apuntes sueltos
El Frente Amplio expuso su capacidad de autodestrucción. Sí, Paredes difícilmente conectaría con los jóvenes, pero me da la impresión de que los efebos colaboradores de Xóchitl Gálvez apenas están dispuestos a ensuciarse las manos.
Termina 2023 con la esperanza, y el deseo de que 2024 sea mejor. Por diversas cuestiones, no fue posible abordar todos los temas del año en esta columna. La información se desborda, además de que, en el ámbito del periodismo, nota mata nota: a una buena noticia de interés público la desplaza otra de gran importancia, y pronto la primera queda casi, casi como anécdota, igual que la segunda, con el paso de las horas. Ocurrió hace un año, el 29 de diciembre: la diseñadora de moda Vivienne Westwood, mujer rebelde que definió la estética del punk en la Gran Bretaña y allende de la isla, tuvo la desgracia de morir el mismo día que Pelé. El diario The Guardian, sin embargo, no dudó en poner una foto de Westwood en la tapa de su edición. Nos debemos a los héroes globales, pero sobre todo a los de casa.
Sin divagar más, ofrezco algunas reflexiones que por una u otra razón quedaron como apuntes sueltos que nunca se vieron reflejados en este espacio, como lo merecen, en 2023.
Uno: Los golpes y las letras. A propósito del periodismo, se cumplieron dos centenarios importantes: el estadunidense Norman Mailer y el hidalguense Ricardo Garibay, ambos con una sólida obra de ficción y no ficción y poseedores, asimismo, de un carácter de los mil demonios. Sus libros, disponibles por fortuna aquí y allá con relativa facilidad, quedan como testimonios de lo que han sido Estados Unidos y México, me parece. Dato curioso es que los dos escribieran sendas líneas sobre boxeadores. Mailer con el combate Ali-Foreman, y Garibay como perseguidor del Púas Olivares. En la versión fílmica de Las glorias del gran Púas (1984), el campeón mexicano se interpreta a sí mismo, en tanto que a Garibay, periodista de Excélsior, le da vida el Güero Castro, y Pompín Iglesias hace, fugazmente, el papel de director de El Periódico de la Vida Nacional. No sería la primera ocasión en que un cómico asume la dirección de un diario.
Dos. Beatriz Paredes, la oportunidad perdida. El embajador en retiro Eduardo Niño me invitó a una cena que en su honor le organizó la veterana política Beatriz Paredes. Desde luego, la discusión se centró en el gobierno de la 4T. Hasta cuando bromeaba, doña Beatriz mostraba un discurso sólido, sin pirotecnia ni lenguaje florido. Eso pensé cuando, meses después, le clavaron una daga al nombrar candidata a la orgullosa gelatinera. Ante los ojos de todo México, el Frente Amplio expuso su capacidad de autodestrucción. Sí, Paredes difícilmente conectaría con los jóvenes, pero me da la impresión de que los efebos colaboradores de Xóchitl Gálvez apenas están dispuestos a ensuciarse las manos. Beatriz Paredes ni renunció al PRI ni generó escándalo alguno, pese a la traición de su partido.
Tres. Porfirio Muñoz Ledo. Como periodista, don Porfirio te hacía la chamba. Él mismo se preguntaba y contestaba. Fue el primer gran decepcionado de la 4T, al igual que Cuauhtémoc Cárdenas, mucho más discreto y prudente a la hora de manifestar sus ideas en público. Al intentar darle forma a Nueva República, la fundación de Muñoz Ledo, el SAT mostró el cobre: trabas y absurdas peticiones burocráticas fuera de los manuales. ¿Fue instrucción precisa bloquear a don Porfirio, o algún alto funcionario, por su cuenta, sintió que hacía patria? En éste y otros casos, López Obrador ha navegado con bandera de tarugo.
Cuatro. Mario Vargas Llosa, el novelista-periodista. El 17 de diciembre, el gran escritor peruano publicó su última columna en el diario español El País. Recuerdo una foto suya, publicada en ese periódico, el día después de ser anunciado Nobel de Literatura, en la que se le ve cruzando una transitada calle de Nueva York, sin que nadie advirtiera su presencia. Por su carácter de “partido inamovible”, en 1990 Vargas Llosa llamó al priismo “la dictadura perfecta”, resaca dichosa cuya variable hoy se usa para referirse a López Obrador como “dictador”.
