Cinismo sin límite

Mónica Soto, magistrada presidenta del Tribunal, demostró que, aunque conoce la historia del feminismo, no entiende que al reclamar igualdad y no violencia, lo que se persigue es una sociedad sin abusos, sin sometimientos. Y el Presidente ha sido el hombre más abusivo de los últimos tiempos, quien ha sometido al Poder Legislativo, a la CNDH, etcétera, y quiere bajo su férula, al Poder Judicial.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial ha sido una institución en la que, a pesar de su “autonomía”, ha vivido y vive, en las garras de los partidos (mejor llamarlos mafias). Deben resolver conflictos en los que está en juego el poder poder, es decir, el poder político.

Desde su creación, se le acusa de todo. Sus sentencias deben dar la razón a una de las partes y la otra no aceptará el veredicto, por más argumentos que se pongan en la mesa. Es frecuente señalar que un magistrado o magistrada ha recibido beneficios indebidos para apoyar a un bando. Pero, quizá también los del otro bando cobraron prebendas.

No se pusieron barreras para detener abusos. Hubo, y hay, magistradas y magistrados que, con honestidad y valentía, hacen bien su trabajo. Lamentablemente, en la actual conformación del Tribunal, sólo hay dos personas con esas cualidades: Janine Otálora y Reyes Rodríguez.

Cuando se lanzó la ocurrencia de destituir a todos los magistrados, ministros y jueces, hubo quien, con ingenuidad, dijo que los magistrados electorales no se iban a dar un tiro. Ya les han ofrecido premio para someterse: quedarse como magistrados hasta 2027 y después, aspirar a la Suprema Corte de Justicia.

La marca del sexenio: el chantaje y la extorsión. Eso de “los principios”, como los de Groucho Marx, pero peor. Hacen lo que yo quiero o aténganse a las consecuencias: insultos en la mañanera y amenazas, vía Gertz, Gómez y otros, para destruirlos.

Mónica Soto, magistrada presidenta del Tribunal, demostró que, aunque conoce la historia del feminismo, no entiende que al reclamar igualdad y no violencia, lo que se persigue es una sociedad sin abusos, sin sometimientos. Y el Presidente ha sido el hombre más abusivo de los últimos tiempos, quien ha sometido al Poder Legislativo, a la CNDH, etcétera, y quiere bajo su férula, al Poder Judicial. Hay que ver Simone, la mujer del siglo.

Ella y sus cómplices, De la Mata y Fuentes, utilizan una absurda retórica para reconocer que, aunque la Sala Superior está incompleta (por órdenes superiores al sumiso Legislativo), que sí hubo violencia en el proceso electoral (criminal y presidencial), al mismo tiempo, declaran que fue un proceso limpio. ¿Qué querrá decir proceso limpio para cada uno de ellos? La palabra limpio ha sufrido un cambio radical. Ahora, significa “inmundo”. ¿Dijeron que fue un proceso inmundo?

Sin saberlo, ese trío son émulos de Ápate y Dolos, divinidades griegas. Una, la personificación del engaño, el dolor y el fraude; el otro, de los ardides y las malas artes. Los dos acompañados por las mentiras. Ápate poseía un cinturón del que colgaban cuanto truco, artimaña, perjurios, artificios y embaucamientos pudiera uno imaginarse. Dolos, además, era ambicioso.

Ante argumentos de peso, esgrimidos por constitucionalistas, expertas y expertos en materia electoral, y considerando que la Constitución define al país como democrático y plural. Andrés Manuel López Obrador, Morena y las rémoras del Partido del Trabajo y el Verde Ecologista, sólo gritan que así se hizo antes. ¿No que no eran iguales?

Si votamos para que en la Cámara estén 54%, morenos, y 46%, opositores, darle a Morena 73% es torcer la voluntad ciudadana. No respetar la representación constitucional. El presidente López Obrador, hipócrita, dice que la pluralidad es una riqueza, pero la quiere desaparecer. Sabe que es un error y ese “error” lo pagaremos todos, menos, claro, el mal trío electoral, pues no serán destituidos y en 2027 correrán a formarse en la fila para ser ministros de la Corte.

Al acatar la orden (conscientes de su cobardía) tirarán a la basura lo que les queda de vergüenza. Dictarán sentencia al gusto del auténtico seductor de Palacio (Santa Anna fue un pálido ensayo). Él es el único funcionario confeso de dejar libre a un delincuente: Ovidio, mejor conocido como El Ratón. Cinismo sin límite.

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