Oración por Melissa Lucio

Nadie debería morir ejecutado, ni siquiera con una sentencia en mano; el Estado no puede arrogarse el papel de ejecutor de los ciudadanos que debería proteger porque la esencia de toda organización política es cuidar de quienes la conforman, es la causa elemental por la ...

Nadie debería morir ejecutado, ni siquiera con una sentencia en mano; el Estado no puede arrogarse el papel de ejecutor de los ciudadanos que debería proteger porque la esencia de toda organización política es cuidar de quienes la conforman, es la causa elemental por la que sacrificamos nuestra libertad a cambio de la seguridad que nos proporciona la ley y la comunidad políticamente organizada. No hay otra forma de decirlo, la pena de muerte es absurda, cruel, irreparable y carece de todo sentido ejemplar.

Melissa Lucio, según parece, será la primera mujer de origen latino que será ejecutada en Estados Unidos desde la aplicación moderna de dicho castigo; su proceso está plagado de irregularidades, nadie puede afirmar con certeza que en realidad haya asesinado a su hija como la han acusado; porque, en realidad, Melissa, una mujer mexico-estadunidense, es la auténtica víctima de un sistema que segrega racialmente, que castiga la pobreza y que no discrimina, discrimina con precisión entre víctimas y victimarios.

En 2007, la hija más pequeña de Melissa murió en un accidente doméstico, se cayó en una escalera y los golpes le costaron la vida, la pequeña era la decimocuarta hija de la mujer que fue acusada de haber abusado físicamente de la niña y que, a su vez, había sido víctima de innumerables abusos sexuales y físicos a lo largo de toda su vida; pero no hubo compasión ni entendimiento, la acusaron, la juzgaron y la sentenciaron por un asesinato que ninguna autoridad pudo comprobar en realidad; las apelaciones fueron denegadas por tecnicismos legales y ahora espera la ejecución, si el recurso de clemencia que fue presentado al gobernador de Texas no es atendido. Siendo sinceros, es muy poco probable que, de acuerdo con el perfil político del gobernador, evite que esta injusticia enorme sea cometida.

Melissa está en el borde de la marginalidad en una sociedad competitiva en todos los sentidos, pertenece a una minoría que no es la hegemónica, el color de su piel no corresponde con el estereotipo de las clases dominantes, es mujer y carece de recursos económicos; es decir, tiene todas las credenciales para que sea asesinada en nombre de la justicia para dar el ejemplo de cómo deben portarse las mujeres como ella en un mundo como en el que se encuentra. Ese es la situación en el país que muchos se siguen empeñando en suponer, es el ejemplo de la justicia y la legalidad; en esa maltrecha y disfuncional democracia, donde nadie se ha preguntado el hecho elemental de por qué una mujer en estos tiempos tiene 14 hijos, de los cuales ninguno declaró o arrojó indicios de que su madre fuera violenta o siquiera severa con ellos y que, sin embargo, se le acusa de asesinar a la más pequeña.

Y muchos dirán, como también suelen decir en México, que la pena de muerte es el castigo que hará que los asesinos se lo piensen dos veces; completamente absurdo, falso y ridículo. Texas no ha hecho sino aumentar su tasa de homicidios en los últimos diez años, Houston presenta una emergencia por violencia homicida; de los diez estados más seguros de Estados Unidos, ninguno contempla la pena de muerte como castigo. Otros países como China, que dice tener tasas de delincuencia siempre a la baja, o Egipto, que, al contrario, muestra un ascenso constante, siguen practicando este demencial castigo y en ambos casos la ausencia de transparencia permite que sean ejecutados con causas políticas seres humanos acusados por otras razones, como narcotráfico e incluso con asuntos relacionados con la homofobia, por ejemplo. En todo el continente americano es Estados Unidos el único que lo practica; parece la historia de nunca acabar, el paladín de la libertad y la democracia, el que ordena las revisiones de derechos humanos; ese país va a quitarle la vida a una mujer que lleva quince años esperando la silla eléctrica por un crimen que no cometió, que aguarda la muerte por un delito básico en donde vive, no pertenecer a los grupos humanos que detentan el poder en su Estado y en su cultura; si, esperemos que no suceda, es ejecutada, pasará a la historia como la primera mujer latina ejecutada en Texas, como una vergüenza para aquel país y una vergüenza que todavía esperará muchos años para ser reivindicada.

           *Escritor

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