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Usos del espacio público: la ciudad

Antonio Toca

Antonio Toca

Nuestra ciudad

 

En varios artículos se han analizado los usos diversos del espacio público de la ciudad; éste último enfatiza que la ciudad es —precisamente— el mayor espacio público. Sin embargo, está tan arraigado el concepto de propiedad privada que nos resulta muy extraño pensar en la ciudad como un gran espacio público; que representa un porcentaje enorme de la superficie total, a la que hay que restar los espacios que se han definido como privados.

Por eso el derecho a la ciudad es un concepto tan importante, pues le reconoce a cada ciudadano la posibilidad de que la ciudad sea realmente el espacio público en el que ejerza sus derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales.

El espacio público es fundamental para la socialización de la vida urbana; por eso, la negación de la ciudad representa el aislamiento, la exclusión y la segregación social. Su resultado es evidente: zonas de acceso restringido, apropiación, deterioro creciente o destrucción de espacios públicos. Esa es una evidencia de que el individualismo está por encima del bien común. Ante esa situación se comprende el éxito de la absurda frase de Margaret Tatcher: “La sociedad no existe, sólo hay hombres, mujeres y familias”. Un argumento cínico que niega también a una sociedad fragmentada e “inexistente” su derecho a la ciudad y a sus espacios públicos.

El espacio público es el más visible, el que pueden disfrutar todos. Una ciudad atractiva y valiosa tiene accesibilidad, calidad y seguridad en sus espacios públicos que definen en gran medida a la ciudadanía.

Ciudad, ciudadano y civilización, tienen la misma raíz y expresan la realidad cultural, física y social de una comunidad (Borja J. Muxi Z. Espacio público, ciudad y ciudadanía. Barcelona, 2000).

La ciudad no es sólo la que vemos físicamente, es también el complejo sistema de relaciones económicas, políticas y sociales entre sus ciudadanos. Por eso, la cantidad, calidad y mantenimiento de sus espacios públicos es la evidencia del avance de cualquier ciudad. Esos espacios no sólo deben estar en la zona central de la ciudad, se necesitan también en sus zonas suburbanas, que en muchas ciudades alojan al doble de la población y no cuentan con parques o jardines públicos de calidad.

La importancia de los espacios públicos y la necesidad de aumentarlos y preservarlos es evidente en la Nueva Agenda Urbana, consensada en Quito a finales de 2016, en la reunión de ONU-Habitat. Los compromisos se reiteran (números 37, 53,67,100), como prueba de la importancia que se concede a: “…la creación de espacios públicos seguros, inclusivos, accesibles, verdes y de calidad, incluidas calles, aceras y carriles para ciclistas, plazas, paseos, jardines y parques, que sean zonas multifuncionales para la interacción social y la inclusión, la salud y el bienestar humanos, el intercambio económico y la expresión cultural”.

Es significativo el énfasis que se hace en los compromisos sobre la creación, mantenimiento y seguridad de redes bien conectadas de espacios públicos, libres de delincuencia y violencia, que sean accesibles para todos y estén destinados a fines múltiples.

Se ha dicho muchas veces que los ciudadanos no participan en los problemas de su ciudad, ni en las propuestas para solucionarlos. Por eso, es necesario saber que los espacios públicos son un derecho y también una responsabilidad para cada uno de nosotros; y no sólo de las autoridades, a las que habitualmente criticamos.

 

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