Sin maquillaje/ arlamont@msn.com/18 de diciembre de 2025

Alfredo La Mont III

Alfredo La Mont III

Sin maquillaje

*LOS PLÁTANOS

 

¿La madurez del plátano afecta su impacto nutritivo?

R. Sí, la madurez de un plátano afecta su impacto nutricional: los plátanos verdes son mejores para controlar el azúcar en la sangre, mientras que los maduros ofrecen energía rápida. Cada etapa ofrece beneficios distintos. Un plátano verde (inmaduro) tiene más almidón resistente y menos azúcar. Esto ayuda a controlar el apetito, estabilizar el azúcar en sangre y alimentar la flora intestinal. Es ideal para personas con diabetes o quienes buscan saciedad prolongada.

En cambio, un plátano maduro (amarillo con manchas) tiene más azúcares simples y menos almidón. Es más fácil de digerir y perfecto para obtener energía rápida antes de hacer ejercicio. Incluso, su contenido antioxidante aumenta con la maduración.

La clave está en elegir el punto de madurez según su necesidad: ¿energía inmediata o digestión lenta?

El plátano es noble en todas sus formas. Sólo hay que saber cuándo comerlo.

 

*LOS JITOMATES Y LA GOTA

¿Es cierto que los jitomates enlatados son malos para la gota?

R: No necesariamente, pero hay matices.

Los jitomates no son ricos en purinas (las sustancias que elevan el ácido úrico), por lo que no están en la lista clásica de alimentos prohibidos para la gota. Sin embargo, algunos estudios y testimonios personales indican que pueden elevar el ácido úrico en ciertas personas.

El jitomate enlatado, además, puede contener sodio añadido o conservadores que agravan la inflamación. Si tiene gota, lo mejor es observar su reacción personal: lleve un diario de alimentos y síntomas. Y si nota molestias tras consumir jitomate (fresco o enlatado), modere su consumo o consulte a su médico.

La gota no tiene una dieta única. Tiene una brújula personal. Escúchela.

 

*SALUD MENTAL

¿Por qué nos cuesta tanto cambiar hábitos, incluso sabiendo que son buenos?

 

R. El problema consiste en que el cuerpo obedece, pero la mente negocia. Cambiar un hábito implica romper una rutina emocional, no sólo física. El cerebro prefiere lo conocido, incluso si no es lo mejor. Por eso, dejar el azúcar, empezar a caminar o dormir más temprano requiere más que voluntad: requiere estrategia.

La clave está en la repetición amable. No se trata de cambiar todo de golpe, sino de crear microhábitos sostenibles. Un vaso de agua al despertar. Cinco minutos de silencio. Un día sin refresco. Y celebrar cada avance. En México, donde muchas veces se premia el sacrificio, aprender a cuidarse sin culpa es un acto revolucionario.

Temas: