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Los chamuscados del Zócalo

Adrián Rueda

Adrián Rueda

Capital político

Durante el evento del sábado pasado en el Zócalo de la CDMX, no solamente fue quemada una figura alusiva a la ministra Norma Piña; el fuego alcanzó a las corcholatas de Morena que corren rumbo a 2024.

Si bien seguidores de la 4T prendieron fuego a un cartón con la figura de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que desde Palacio Nacional ha sido atacada las últimas semanas, las llamas se extendieron más allá de la plaza.

Debido a que apenas comienzan a sanar sus quemaduras, Ricardo Monreal optó por no acercarse al mitin del Presidente, pues tenía claro que su presencia podría ser muy explosiva, pues un linchamiento público acabaría con sus, de por sí, casi nulas posibilidades presidenciales.

Los radicales de Morena se habían emocionado con el anuncio del senador de que había sido invitado al evento y de que iría. Incluso salió del Senado encabezando un contingente, pero en el camino se escabulló y nadie lo volvió a ver.

El zacatecano sabía perfectamente que sus enemigos en la 4T lo querían quemar en leña verde, por lo que aplicó aquello de “más vale que digan aquí corrió…”. Y es que el que se quema con leche hasta al jocoque le sopla.

De cualquier forma, quedó claro que el sendero presidencial pejista está cerrado para él y que, a menos que vaya por otra opción, sus aspiraciones de llegar a Palacio Nacional están clausuradas.

Porque Monreal no puede aspirar a representar a quienes en la plaza lo repudian. ¿Cómo podría explicar que fue la única corcholata que no estuvo junto al gran destapador, cuando aquello era una pasarela?

Aunque él lo niega cada que le preguntan, todo el mundo tiene claro que, si se le alinean los astros, buscará ser candidato a jefe de Gobierno de la CDMX. Pero soñar ahora con la presidencial suena de plano muy guajiro.

Al parecer Monreal no fue el único a quien le llegó la lumbre a los aparejos, pues en su discurso oficial, Andrés Manuel López Obrador llamó a la “continuidad con cambio”, como premisa para el próximo gobierno.

Como da la casualidad de que ésa es precisamente la oferta política de Marcelo Ebrard, a alguien en el Antiguo Ayuntamiento le debieron dar agruras.

Y es que cualquier comentario que haga en estos momentos el gran elector, por mínimo que sea, es magnificado no sólo por los aspirantes, sino por sus respectivos equipos para posicionar en el ánimo de la militancia los nombres de sus favoritos.

Si bien Claudia Sheinbaum es, en apariencia, la consentida, a estas alturas del partido los morenistas ya no lo tienen tan claro. Están muy confundidos y eso aumenta la división interna en el oficialismo.

Porque si bien es cierto que mantienen una carrera parejera en la mayoría de las encuestas, los negativos de la jefa de Gobierno son muy altos. Mientras a Sheinbaum se le acumulan problemas en la CDMX, el canciller resuelve hasta lo que no le toca fuera del país.

Por eso es que la ministra Piña no fue a la única a la que le arrimaron el fuego; tampoco a Monreal, pues, a pesar del clima lluvioso de la tarde del sábado, el calor entre los guindas subió bastantes grados.

 

CENTAVITOS

Y a todo esto, muchos se preguntarán qué pasó con la otra corcholata, que ni siquiera se notó en la magna fiesta morenista. Cierto que no se le nombró, pero eso no tiene que ser necesariamente malo para él, pues, de momento, Adán Augusto López se mantiene más en la sombra, mientras sus colegas se empeñan en sacar la cabeza a la menor provocación, con el riesgo de que, en una de ésas, se las corten.

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