Un teatro sin alma no convoca a nadie: Perla de la Rosa

La dramaturga y actriz, quien recibió ayer la Medalla Bellas Artes 2024, lamentó que los grupos estables de teatro en México están desapareciendo por falta de presupuesto y consistencia creativa

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Perla de la Rosa apuesta por ofrecer un teatro que sea memoria y que incomode. Foto: Cuartoscuro

Federico García Lorca decía que todo lo que se necesita para crear es dinero y libertad. Creo que, afortunadamente, en México tenemos la libertad, aunque no los presupuestos para la cultura, que son cada vez más exiguos”, reconoce a Excélsior la dramaturga, directora y actriz Perla de la Rosa (Ciudad Juárez, 1961), con una carrera de 44 años, distinguida ayer con la Medalla Bellas Artes 2024.

Además, la creadora, conocida por ser un epicentro creativo en el corazón de Ciudad Juárez y quien recientemente triunfó en el montaje de Madre coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht, lamenta que los grupos estables (de teatro) estén desapareciendo, lo que convierte a Telón de Arena –agrupación que ella fundó en 2002– en uno de esos resquicios de libertad y creación, “porque se mantienen como grupo y como una propuesta continua, aunque la falta de presupuesto sí ha afectado”.

Sin embargo, asegura que hay otro elemento que los creadores escénicos deben considerar: “Justo el sábado por la noche fui a ver una obra terrible (en la CDMX), en el sentido de que jamás nos interesó y consideramos que fueron dos horas perdidas de nuestra vida… porque la burocracia también está en el escenario.

Yo te hablaba de que aún no hay una escuela de teatro en Ciudad Juárez y parece increíble, porque es una ciudad de más de millón y medio de habitantes, ¡es un ranchotote!, y pues allá un actor menos va a vivir de esto. Pero lo que sí veo es que hace falta interés y corazón en los creadores, porque muchos, de pronto, estamos haciendo un teatro sin alma y eso no convoca a nadie”.

Y es que, si bien en todo el país se batalla para atraer público, reconoce, “cada vez que hay una obra aburrida y que no dice nada, es difícil volver a creer en que la siguiente pieza no será igual. Cuando hay una obra mala (en cartelera), es una promoción para que todos los teatros pierdan público y eso está canijo. Sí, sí nos falta presupuesto, pero también, en ocasiones, adolecemos de consistencia creativa y de un teatro con alma”, asegura.

¿Qué personajes han dejado huella en su trabajo escénico? “Desde mi creación dramatúrgica, desde luego, Antígona: las voces que incendian el desierto –que próximamente formará parte del libro Antígonas latinoamericanas en la colección Presencias clásicas, de Oxford– que hice en 2004, bajo la tutoría de Luis de Tavira y Antonio Zúñiga.

(Y como actriz) he tenido la fortuna de hacer Lady Macbeth, la trilogía de Lorca y destacaría a Piedad de Los cuervos están de luto, de Hugo Argüelles, porque fue la primera vez que pisé un escenario. He tenido la fortuna de hacer aquellos personajes que cualquier actriz ha soñado, y el más reciente (Anna Fierling), ha sido una aventura impresionante en Madre coraje y sus hijos, una obra abismante, terrible y difícil que se queda en mi corazón”.

De la Rosa recuerda que su Antígona aborda la desaparición y los feminicidios en Ciudad Juárez, un tema medular en su producción escénica, aunque en su momento la obra no era elegida para ser montada, “porque existía una negación de aquella violencia desde el ámbito oficial, lo cual hoy se replica en todo el mundo. Por ejemplo, hoy hay una fiesta olímpica mientras corren ríos de sangre de niños, en Palestina”, advierte.

Y es justo en esas violencias en donde la directora se detiene una y otra vez, porque, para ella, “el feminicidio hoy sigue siendo una realidad terrible y aguda en todo el planeta, aunque en Ciudad Juárez fue donde se empezó a gritar”.

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Además, cuestiona a quienes critican que se aborde insistentemente el tema. “Hay críticos de esto, quienes piensan que es un capital y una raja de donde se saca ventaja. Quizá, alguna gente lo hará así, aunque me cuesta trabajo entender si alguien trata de sacar algo, porque lo creativo jamás será redituable, porque salvo que sea teatro comercial o comedia musical, el teatro no es un gran negocio”.

Finalmente, Perla de la Rosa asegura que, para ella, recibir la Medalla Bellas Artes es una dicha y “el compromiso de ofrecer un teatro que sea memoria, que incomode, que muerda, que duela que enrabie, pero que también nos abrace, nos ofrezca caminos, nos recuerde el amor, nos permite encontrar la humanidad perdida y nos ayude a construir la paz”.

cva