Logo de Excélsior                                                        
Función

Lobo, ¿estás ahí?; el rapero representará, junto a Aczino, a México en España

El improvisador mexicano cuenta cómo fue golpeado por vagoneros, su andar por el CCH y parte de su vida en un barrio peligroso

JORGE SANTAMARÍA | 13-11-2019
Lobo Estepario representará, junto a Aczino, a México en la batalla que será en Madrid.  Foto: Eduardo Jiménez
Lobo Estepario representará, junto a Aczino, a México en la batalla que será en Madrid. Foto: Eduardo Jiménez

CIUDAD DE MÉXICO.

Cazar a Lobo Estepario en una batalla de rap es casi suicida. Lo saben Rapder, RC, Lancer Lirical, Skiper y aquellos que lo ha enfrentado. Un licántropo con versos llenos de rabia, agresivo, frontal, visceral, leal y peligroso.

El camino del nuevo Alfa de la Red Bull Batalla de los Gallos es la calle; sus primeros pasos revelan la fuente de ira de quien representará, junto a Aczino, a México en España el sábado 30, en el WiZink Center, de Madrid.

Excélsior se encontró con el rapero días después de colgarse la presea para caminar por el Centro Histórico. Lo acompaña su carnal, con una mochila donde resguarda el oro del campeón. Le piden una foto frente a Bellas Artes, otra más mientras aquel compra grillos en Av. Independencia. “Ya se habían tardado”, dice. Se ha vuelto popular el muchacho.

Las reproducciones de su único material, Licantropía, han subido. De qué más es capaz y qué hay detrás de tanta furia fue lo primero que se le cuestionó.

Jamás me ha gustado que me digan qué es lo que tengo que hacer”, puntualizó antes de seguir con su historia, “así era mi personalidad en la escuela, en donde iba se pasaban con uno, te madreaban, hasta que dije ya estuvo. Creo que en tercero de primaria agarré una ira bien cabrona. Es ley de supervivencia, como todo en la calle, cuando yo me las cobré les partí su madre a seis morros”, agregó el joven de 28 años.

Recorrió dos primarias, tres secundarias y cayó en el CCH Naucalpan, conocido injustamente por la mala reputación de algunos de sus matriculados, pero con la misma calidad de enseñanza de la UNAM. Ahí, Lobo no fue parte del grupo de buenos alumnos, pertenecía a la contraparte: aquellos que hicieron de uno de los edificios de la escuela la tarima del verso la fría loza para el breakdance, y los pizarrones y muros para graffitear.

Llegué bien tumbadote y me jalaron. Desde morro me apodaron Lobo, por parentesco, como mi papá, pero en (el) CCH no era sociable, sí con un temperamento culero, pero introvertido, y ahí un compa le agregó el Estepario, por lo del libro (de Herman Hesse)”.

Su primera batalla la libró en su barrio. Antes vivió en San Joaquín, en Atizapán de Zaragoza... Se juntaba con unos vatos de La Era. Sus amigos acabaron muertos, presos o en negocios chuecos. Lobo se fue por la derecha. Su primer torneo grande fue un interescuelas con todos los CCH, donde llegó a la semifinal con Proof, RC y Forastero. Lobo y Proof, en dos contra dos, ganaron ante los ojos de los jueces Aczino y Jack Adrenalina.

Aczino me agregó a Facebook y hasta me escribió en mi muro. Me acuerdo bien y es algo que valoro de él como ser humano... y diez años después, ese cabrón me dijo: ‘¡vamos a darles en su madre!’. Él ha sido el principio y la cúspide de esto”, relató con sentimiento.

Mandó al carajo la escuela y se aventó a vivir de la música. Perdió confianza de familiares, lo corrieron de varias chambas, sólo su carnal fue su apoyo desde el arranque. Necesitaba plata para comenzar. Por ahí escuchó y vio que el transporte público era una mina de oro, sin horarios ni “jefes”... aparentemente.

 

RAPEAR EN EL METRO

 

En 2013 se le hizo fácil treparse a la Línea B, que va de Buenavista a Ciudad Azteca, a rapear, y la conclusión de su primer día jamás la  olvidará. “Me advirtieron que tenía que pagar una feria para chambear, pero yo bien chiles me metí así, pero me pegaron una, como entre 30. No pude ni comer porque se iba la mandíbula y la cara la tenía inflamada”, narró.

El sistema está así: hay encargados a los que el rapero les pagaba a la semana 350 pesos para trabajar en paz. No le pesaba la cuota. Aceptó las reglas. El improvisador dice que ganaba de 600 a 700 pesos al día: en promedio cien por hora, casi cinco mil pesos a la semana.

Tienes que aguantar a señores que se pasaban de lanza. Te gritaban, pero es una luz la que te ganas; aprovechaba eso a mi favor para causar humor y risas y ahí caía la feria”, contó.

Dejó los vagones en 2016, ya siendo popular. Lleva unos años siendo contratado para conciertos y batallas. Lo que resta de 2019 lo tiene lleno con varias en Perú, FMS y la Red Bull. Todo por la derecha, sin robar, sin ser adicto, disciplinado y, lo mejor de todo, con la familia y muchos mexicanos respaldándolo.

 

 

 

• También puedes leer: Alejandro Fernández demostrará que está Hecho en México

 

 

cva

 

Te recomendamos

Tags

Comparte en Redes Sociales