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Expresiones

Morena rinde homenaje a José Guadalupe Posada ¡con foto de José Clemente Orozco!

'José Guadalupe Posada, creador de nuestra amada Catrina, es el responsable de que el mundo conozca y admire un elemento importantísimo de nuestra cultura. Hoy lo recordamos y hoy le volvemos a agradecer', publican, sin percatarse del error

Redacción | 20-01-2022

Una vez más los encargados de redes sociales del partido Regeneración Nacional volvieron a confundirse y hoy 20 de enero en conmemoración del ilustrador José Guadalupe Posada, subieron un mensaje de conmemoración, pero con la fotografía de José Clemente Orozco.

"José Guadalupe Posada, creador de nuestra amada Catrina, es el responsable de que el mundo conozca y admire un elemento importantísimo de nuestra cultura. Hoy lo recordamos y hoy le volvemos a agradecer", expresan en la cuenta de Twitter de Morena, sin percatarse del error.

Posada, el grabador mexicano, quien falleció el 20 de enero de 1913, se hizo famoso por sus litografías con escenas de muerte, estampas populares y caricaturas sociales.

 

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Pasado el mediodía el tuit fue borrado, sin embargo, quedaron (da clic) los pantallazos.

 

Pintor y caricaturista, José Guadalupe Posada es reconocido a nivel internacional por La Catrina, además de que se hizo famoso por sus litografías con escenas de muerte, estampas populares y caricaturas sociales, inspiradas en la sociedad mexicana del siglo antepasado. 

El 20 de enero de 1913 falleció el grabador e impresor aguascalentense José Guadalupe Posada, de quien el poeta Octavio Paz consideraba “no un artista del siglo XIX: como Alfred Jarry, es nuestro contemporáneo. También será el contemporáneo de nuestros nietos”.

“Al final del siglo XIX surge un gran artista: José Guadalupe Posada”, aseguraría el autor de El laberinto de la soledad, quien a lo largo de su vida escribió grandes alabanzas a la obra del grabador mexicano nacido en Aguascalientes el 2 de febrero de 1852.

André Bretón en el prólogo de su Antología del humor negrodice que “el triunfo del humor al estado puro y pleno, en el dominio de la plástica, debe situarse en una fecha próxima a nosotros y reconocer como a su primer y genial artesano al artista mexicano José Guadalupe Posada”.

 

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Paz observa que el poeta francés no vacila en comparar los grabados de Posada, en blanco y negro, con ciertas obras surrealistas, especialmente los collages de Marx Ernst. Con Posada no sólo comienza el humor en las artes plásticas modernas, sino también el movimiento pictórico mexicano. 

A pesar de que murió en 1913, Diego Rivera y José Clemente Orozco lo consideraron además de un precursor, un contemporáneo suyo. Tenían razón. Me atreveré a decir que incluso Posada me parece más moderno que ellos”, comentaba Paz.

Paz pone como ejemplo de la universalidad de Posada a la famosa Catrina que no es únicamente una estampa satírica de las señoras elegantes de su tiempo; es una imagen poética, un emblema en el que el lujo se alía a la muerte: plumas, sedas y huesos. Es la moda, pero vista desde la perspectiva de un Leopardi: la moda hermana de la muerte.

Octavio Paz aseguraba que los temas de Posada son los de la vida diaria; su manera de tratarlos los rebasa, les da otra dimensión. Mejor dicho, los abre hacia otra dimensión. No son ilustraciones de éste o aquél hecho sucedido, sino de la condición humana.  

Posada se inició en el grabado a los 16 años en el taller de Trinidad Pedroso, luego de superar las rencillas familiares sobre su futuro artístico. Con Pedroso aprendió los secretos de un oficio tan antiguo como complicado. Los resultados están a la vista de todos. 

La caricatura fue una decisión personal y natural, por lo que su jefe lo introdujo al mundo del periodismo y la prensa gráfica. En El Jicote, que data de 1871, aparecieron sus primeras obras en este sentido.

En esa época, la familia lo era todo y al igual que muchas otras, la de Posada estaba preocupada por el destino elegido por José Guadalupe, quien para sosegar los ánimos consiguió una plaza de maestro de litografía en la escuela preparatoria de León, Guanajuato, donde dio clases durante un lustro. Ello no le impidió dedicarse a su gusto por los anuncios, comerciales y estampación de imágenes religiosas.

En 1888 por las inundaciones en León regresó a la Ciudad de México, donde recibió varias ofertas de trabajo. Aquí puede decirse que despegó su carrera, ya que creó cientos de grabados para los periódicos La Patria Ilustrada, Revista de México, El Ahuizote, Nuevo Siglo, Gil Blas, El hijo del Ahuizote y otras más.

Junto a su prestigio como artista, creció su poder adquisitivo y su deseo de experimentación, al utilizar planchas de zinc, plomo o acero en sus grabados.

Hablar de Posada es referirse a una parte importante de la historia del arte mexicano del siglo XIX y del XX, de ahí que su influencia sea innegable en las generaciones posteriores a él, incluso en este siglo XXI. 

En 1933, dos décadas después de su muerte, quien lo redescubrió fue Jean Charlot, quien editó sus planchas y reveló la influencia de Posada sobre artistas de las posteriores generaciones.

JOSÉ CLEMENTE OROZCO

Por su parte, de José Clemente Orozco, podemos decir, ya que andamos por aquí, que parte de su obra se encuentra en el Palacio de Bellas Artes, Museo Nacional de Arte y Hospicio Cabañas.

Su vocación por la pintura fue innata, sin embargo, hizo intentos en otras disciplinas, como estudios preliminares en agronomía, al tiempo que asistía a las clases nocturnas de la Academia de San Carlos.

José Clemente Orozco nació en Ciudad Guzmán, Jalisco, el 23 de noviembre de 1883, y en 1890 llegó a la Ciudad de México con su familia, y junto a la casa donde vivía estaba una imprenta que trabajaba con los grabados de José Guadalupe Posada, y ahí tuvo el primer contacto con el arte.

Durante la Revolución, Orozco se unió al ejército carrancista. Así, durante la estancia del grupo en la ciudad de Orizaba formó parte de la redacción del periódico La Vanguardia, a cargo del mismo ejército. El puesto de Orozco fue de ilustrador y caricaturista, bajo el liderazgo de Gerardo Murillo, Dr. Atl. En su vida, también participó en las publicaciones El Imparcial y El Hijo del Ahuizote.

En 1916, luego de la toma de la capital por Venustiano Carranza, Orozco fue testigo de los excesos de la conquista militar y entonces se separa del movimiento. Como parte de su protesta, montó una exposición de caricaturas en contra de Carranza, la cual no fue bien recibida, y salió del país hacia California, Estados Unidos, donde trabajó como artista independiente, pintor de letreros y retocador de fotografías.

Cuando inicia el movimiento muralista en 1922, Orozco regresa e interviene en el proyecto de la Escuela Nacional Preparatoria, el cubo de la escalera de la Casa de los Azulejos y un muro de la Escuela Industrial de Orizaba.

Orozco viaja nuevamente a Estados Unidos y en 1930 recibe una comisión con la que se genera su obra Prometeo, en la cafetería del Pomona College en Claremont, California, convirtiéndose en el primer mural pintado por un mexicano en Estados Unidos.  En 1932, también impartió clases de pintura en esta misma universidad.

Entre las obras más importantes de Orozco se encuentra su mural Katharsis en el Palacio de Bellas Artes; los frescos del Anfiteatro de la Universidad de Guadalajara; la escalera del Palacio de Gobierno de Guadalajara y el conjunto de murales del Hospicio Cabañas, espacio considerado como “la Capilla Sixtina de las Américas”. En todas ellas, el fuego es uno de los elementos más constantes y representativos.

En 1940, México hace una colaboración con el Museo de Arte Moderno (MoMA) en Nueva York para la exposición Veinte siglos de Arte mexicano, en la que invitan a José Clemente Orozco para la creación de una obra mural en vivo. De esta presentación devino Dive Bomber and Tank, un mural de seis tableros intercambiables, donde se hace énfasis en la industria bélica de la Segunda Guerra Mundial.

En los últimos años de su vida realizó una gran cantidad de obras de caballete, varias de las cuales se pueden encontrar en la colección general del Museo Nacional de Arte. Destacan las piezas Cabeza flechada (1947); Guerreros españoles e indios (1947) y El desmembrado (1947), todas relacionadas con la Conquista de México y de la serie Los teules o Los teules 2, en la que Orozco se inspira en la obra Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, del cronista Bernal Díaz del Castillo, para crear escenas de batallas, hazañas guerreras y ritos prehispánicos.

Dos grandes mexicanos unidos por el arte, la pintura, y ahora, los errores de Morena. 

 

 

 

 

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