Miquel Adrià apuesta por la redensificación urbana

El tema de la vivienda colectiva adquiere cada vez más importancia y urgencia. En México, cada año crece la necesidad de viviendas sociales y ni las instituciones públicas ni el mercado han solucionado este problema que, frente a esa incapacidad, se ha vuelto acumulativo.

Ante esta realidad, el arquitecto Miquel Adrià (1956) propone diversas estrategias para la redensificación urbana en su libro Vivienda colectiva (Arquine), en el que analiza cómo construir casas económicas de calidad, más eficientes, dignas y flexibles.

Los gobiernos y los empresarios no están siendo capaces de dar cobijo a la gente en las ciudades. Y una mejor vivienda es parte de la solución para edificar una mejor metrópoli”, comenta el proyectista catalán en entrevista.

Con una introducción del arquitecto chileno Alejandro Aravena, ganador en 2016 del Premio Pritzker, y la presentación de nueve casos de estudio que permitieron un cambio de paradigma en la concepción de la vivienda colectiva, el libro “puede fungir como instructivo para que cualquier desarrollador haga un edificio de seis, ocho o 10 departamentos, con estrategias eficientes, económicas y exitosas”, explica.

Los proyectos se muestran como opciones para un mercado que sigue replicando modelos obsoletos de vivienda de interés social, que se llevan a cabo sin considerar la labor del arquitecto”, afirma el creador que reside en México desde 2004.

Los nueve ejemplos van desde las primeras ideas que se plantearon hace cien años en Alemania sobre la vivienda social y colectiva, pues esas tipologías son perfectamente reproducibles todavía hoy, hasta las propuestas actuales”, agrega.

El director de la revista Arquine detalla que “uno de los buenos proyectos que reviso es el de Alberto Kalach: un conjunto habitacional en Hermosillo súper exitoso, en el que con el mismo costo que las desarrolladoras estaban haciendo para el Infonavit casitas aisladas de 40 o 45 metros cuadrados, sugirió una tipología en que se construyen casas de 75 metros cuadrados”.

Añade que también Aravena propone en Chile que, “en lugar de hacer viviendas cada vez más chicas, de 40 metros cuadrados, por qué no construir la mitad de la vivienda, con el núcleo duro; pero dejar espacio para que la gente termine construyendo otros 40 metros y tenga una vivienda más digna.

Es decir, con estrategias mixtas que entienden la lógica de la autoconstrucción, muy común en México y en Latinoamérica. Pero que no sean casos aislados, sino estrategias públicas para que tengan un impacto colectivo a escala mayor”, indica.

En los últimos capítulos, prosigue Adrià, “demuestro cómo flexibilizar departamentos, transformarlos, y cómo desde dentro también se puede evolucionar. Espacios que de día son oficina y de noche vuelven a ser vivienda. Es algo que nos enseñó la pandemia: que la sala, la cocina o la recámara no sólo sean eso”.

Destaca que el tema del reciclaje es fundamental y le dedica un capítulo. “Hay mucho material desechable que se puede utilizar para la vivienda y hacer los proyectos más económicos. Claro, para esto se requiere ir de la mano con políticas públicas”.

El egresado de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona considera que el Infonavit y el Fovissste pueden retomar las buenas prácticas de antaño, como las que se usaron en la Unidad Independencia, que es más arbolada. “Si eso fue posible antes, lo puede ser ahora. Es vital ofrecer cursos de capacitación a los desarrolladores”.

Propone que se dejen de “sembrar cajitas en las periferias de las ciudades, donde no hay servicios, y se redensifique la vivienda en zonas más urbanas. Ya tenemos tecnología de mercado al alcance de cualquiera. Debemos hacer viviendas menos rígidas, más flexibles, con extensiones hacia el exterior”.

Vivienda colectiva se presentará el 2 de febrero, a las 19:00 horas, en el Centro Cultural Bella Época.

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*mcam