Las muertas: Así contó Excélsior el caso de Las Poquianchis
El caso, que conmocionó a la opinión pública del país en la década de los 60, fue cubierto por las páginas de Excélsior, que retrató los cruentos hallazgos de fosas clandestinas y la trata de blancas de esta banda delictiva integrada sólo por mujeres
Hace unas semanas, Netflix estrenó Las muertas, una serie dirigida por Luis Estrada e inspirada en la célebre novela homónima del escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia.
La producción retoma con ironía e imaginación el caso real de Las Poquianchis, cuatro hermanas que durante décadas controlaron una red de burdeles en México, involucrándose en trata de personas, asesinatos y entierros clandestinos.
En la serie, las protagonistas aparecen como las hermanas Baladro, reduciendo los personajes de la trama criminal a dos, en una reinterpretación que combina humor negro y sátira social para explorar la violencia, la corrupción y la impunidad que caracterizaron este episodio.
Más allá de recrear hechos, la adaptación muestra cómo la descomposición institucional silenció el dolor de las víctimas, con autoridades cómplices con esta banda delictiva.
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Así contó Excélsior las atrocidades de "Las Poquianchis"
El caso, que conmocionó a la opinión pública del país en la década de los 60, fue cubierto por las páginas de Excélsior, que retrató los cruentos hallazgos de fosas clandestinas y la trata de blancas.
A continuación, presentamos una serie de imágenes exclusivas del acervo de este diario decano en el periodismo mexicano relatando el proceso judicial de estas mujeres.
La novela Las muertas (publicada en 1977) narra los horrores de Las Poquianchis con un estilo único de humor negro y crítica social, propios y característicos de Ibargüengoitia.
El relato comienza con una venganza personal contra un panadero, hecho que destapa las actividades de las hermanas Baladro, dueñas de un emporio de prostitución y corrupción.
Ibargüengoitia se basó en expedientes judiciales y notas periodísticas, pero eligió narrar los acontecimientos con ironía, mostrando cómo la explotación y la violencia podían convivir con la indiferencia social y la complicidad de las autoridades.
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La novela se convirtió en un referente de la literatura mexicana, no solo por su denuncia implícita, sino también por su capacidad de transformar una tragedia real en sátira mordaz.
El caso real de Las Poquianchis
Las hermanas González Valenzuela —Delfina, María del Carmen, María Luisa y María de Jesús—, conocidas como Las Poquianchis, iniciaron su primer burdel en El Salto, Jalisco, y posteriormente expandieron sus negocios a Guanajuato en 1954.
Reclutaban adolescentes de comunidades pobres con falsas promesas de empleo y las sometían a abusos físicos, psicológicos y sexuales.
A las mujeres enfermas, embarazadas o consideradas “inservibles” las asesinaban, convirtiendo sus propiedades en cementerios clandestinos.
Se calcula que sus víctimas rondaron las 90, aunque la cifra real pudo ser mayor.
Además del archivo fotográfico que ilustra el polémico seguimiento de esta historia, es interesante revisar los titulares de la época, que ponen a las integrantes de esta banda como "satánicas", "diabólicas" y "siniestras", conjeturas que en la opinión pública calaron para la posteridad, como se puede leer en las páginas de Excélsior que se dedicaron a esta trama policíaca y judicial.
El caso salió a la luz en 1964 gracias a la denuncia de una sobreviviente. Las detenciones revelaron la magnitud del horror y la protección que recibieron de caciques y autoridades.
Delfina y María de Jesús fueron condenadas a 40 años de prisión, Luisa a 27, mientras que Carmen había fallecido antes.
El juicio, más allá de las sentencias, dejó al descubierto las fallas del Estado y el sufrimiento de mujeres invisibilizadas durante años.
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