Propósitos de Año Nuevo ¿Por qué llevamos 4 mil años prometiendo empezar desde cero?
Los propósitos de Año Nuevo no son una moda reciente, tienen más de 4 mil años de historia y una razón por la que siguen siendo importantes para comenzar el año con esperanza.

A solo un día de que termine el año 2025 y 2026 haga su entrada triunfal, millones de personas ya se prepararan para recibir el Año Nuevo con bombo y platillo, con sus mejores galas, una cena deliciosa y por supuesto, los rituales para este nuevo comienzo, en donde no pueden faltar los propósitos que vienen con cada inicio de año.
Y es que el 1 de enero, las metas por cumplir ocupan un lugar muy importante y todo el mundo promete hacer más ejercicio, ahorrar dinero, comer mejor o simplemente ser mejores personas, y aunque hoy pueda parecer una costumbre moderna, la realidad es que los propósitos de Año Nuevo tienen un origen tan antiguo como fascinante.

Esta tradición se remonta a casi 4 mil años atrás, cuando las civilizaciones antiguas ya veían el cambio de año como un momento clave para la renovación, la reflexión y los nuevos comienzos. La idea de “empezar de cero” no nació en redes sociales ni en libros de autoayuda: nació en los templos y rituales del mundo antiguo.
Babilonia, el inició de una historia milenaria
Los babilonios fueron una de las primeras civilizaciones en celebrar el inicio de un nuevo año con grandes festivales religiosos, ligados al ciclo agrícola y al agradecimiento por las cosechas.
Estudios realizados por la Universidad de Yale señalan que estos rituales estaban cargados de simbolismo y compromiso.
En un inicio, no se trataba de propósitos personales como los conocemos hoy, sino de votos hechos a los dioses, por lo que cumplirlos significaba asegurar prosperidad para el año siguiente; romperlos, arriesgarse a la desgracia.

Roma fija el 1 de enero como el inicio del año
Siglos después, los romanos establecieron oficialmente el 1 de enero como el inicio del año, además de festivales, incorporaron prácticas de renovación más prácticas, como rituales de limpieza y promesas de cambio personal.
Para ellos, comenzar el año significaba dejar atrás lo viejo y prepararse para lo nuevo, una idea que sigue viva hasta hoy.
Europa lleva la tradición a América
La tradición cruzó el Atlántico y llegó a la América colonizada, en donde los puritanos cambiaron la fiesta por la reflexión, y en lugar de celebraciones ruidosas, promovían la introspección y los compromisos personales.
En el siglo XVIII, era común que las iglesias dedicaran el primer domingo del año a sermones sobre el paso del tiempo y la necesidad de mejorar como personas.

Cambio de siglo y propósitos llenos de entusiasmo
Curiosamente, los periódicos del siglo XX muestran que los propósitos de Año Nuevo no han cambiado demasiado, tan solo en 1912 ya se hablaba de dejar los malos hábitos; en 1938 se recomendaba hacer metas pequeñas y realistas e incluso entonces, se advertía sobre lo fácil que es abandonar las promesas hechas con entusiasmo.
¿Por qué siguen siendo importantes?
A pesar de las bromas y los fracasos, los propósitos de Año Nuevo siguen teniendo un valor especial, pues no se trata de cumplirlos a la perfección, sino de detenernos, reflexionar y marcar una intención. Son una pausa consciente para preguntarnos qué queremos cambiar, mejorar o cuidar en nuestra vida.
Más allá de si se cumplen o no, los propósitos nos recuerdan que siempre es posible volver a empezar, ajustar el rumbo y tener esperanza.
*brc
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