Una herida chilena: relatan la dictadura
Sufrieron el golpe militar y hoy comparten su experiencia en el Estadio Nacional.

El tiempo no ha hecho estragos en la memoria de Manuel Méndez y Luis Cárdenas. En 1973, ambos, sin conocerse, compartieron el infortunio de ser prisioneros en el Estadio Nacional tras el golpe de estado comandado por Augusto Pinochet.
Hoy, a sus 75 y 68 años, respectivamente, no son indiferentes al dolor que experimentaron en las entrañas de lo que fue el corazón de los Juegos Panamericanos de Santiago 2023 en las últimas dos semanas.
En entrevista con Excélsior, los veteranos mantienen abierta la herida para hablar por aquellos que no se atreven o por los que no sobrevivieron a la dictadura.
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Don Manuel es el encargado de dar recorridos gratuitos en túneles y graderíos que se mantienen como vestigios. Paredes frías y una atmósfera difícil de respirar, junto a una serie de fotografías de archivo, con rostros de militares como antagonistas, complementan los relatos.
Estoy dando a conocer lo que aquí adentro se vivió, algo que en otra parte no vas a encontrar. Lo hago para generar consciencia en los más jóvenes, para que no se repita. Acá nos conocen como presos políticos, aunque la verdad es que fuimos prisioneros de guerra, en un campo de concentración”.
Tras un recorrido por los antiguos vestidores del inmueble mundialista, donde fue hacinado con cientos de personas más, don Manuel compartió la manera en que cayó prisionero.
Es curioso que este estadio de muchos triunfos, de haber ganado la Copa América, que la gente viene a conciertos, a divertirse, tenga una historia negra, existe y no va a cambiar nunca”, señaló.
Yo no tenía nada que ver con la política. Pinochet mandó a bombardear todas las antenas de radio y TV con tendencia a la oposición. Hubo toque de queda, pero no había transporte para regresar a casa. Yo tenía 24 años y salí cumpliendo 25. Cinco meses atrás me había casado, rentaba una casa. Yo estaba en la fábrica donde trabajaba, sigo sin saber mi delito, supongo que fue haberme quedado a dormir en la fábrica, cuando fue intervenida por el golpe militar”.
Originario de Santiago, evocó otros momentos que sigue sin dar crédito: días sin sol, sin comida, del frío del suelo por las noches y la incertidumbre de ser el siguiente desaparecido.
Las cosas que vimos, que pasamos, no se me van a olvidar nunca. Hay compañeros que no pueden dormir de noche, sueñan todavía con el estadio, compañeros que salieron del estadio y nunca volvieron a visitarlo, otros que a sus familias nunca les han contado lo que pasaron aquí. Las mujeres también tuvieron su pabellón, estaban separadas de nosotros. Sufrieron más que nosotros”.
Por su parte, Luis Cárdenas, quien hizo los honores en la previa de Santiago 2023 al portar la antorcha en homenaje a los prisioneros de la dictadura en el estadio, valoró el deporte como un motor de cambio de la sociedad, razón por la que comparte su testimonio a los asistentes a los Juegos Panamericanos que se acercan a escucharlo.
El deporte es un conducto para cambiar al mundo, para unirlo y alejar a las juventudes de los vicios. Por este estadio pasaron casi 30 mil prisioneros. El nivel de tortura fue menos que en el bosque, soy afortunado de seguir acá”.
De vuelta al presente, Cárdenas atizó sobre el eterno debate del Estadio Nacional, de si debe seguir operando para actividades de entretenimiento o ser inhabilitado por haberle robado la libertad a miles de chilenos.
Dicen que no hay que mezclar deporte con la memoria, para mí debe ser positivo para construir, y el recordar lo que pasó es para construir, hay nexos entre ambos por lo ocurrido, lo contamos para que no vuelva a ocurrir”, reiteró, convencido de su misión. “Claro que termino cansado de estas jornadas, pero contento porque alguien escuchó el mensaje, es estimulante, somos corazón más que nada. Al final, duermo mejor”.
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*mcam
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