Un portero de nariz roja; Cepillín, amigo de leyendas

Antes de convertirse en Cepillín, Ricardo González soñó con ser guardameta y llegó a la Primera Especial con el equipo de Nuevo León. Tuvo que, como payaso de la TV, cascarear ante veteranos como Tubo Gómez, Milton Carlos y el Tigre Sepúlveda

Fotoarte: Horacio Sierra
Fotoarte: Horacio Sierra

CIUDAD DE MÉXICO.

¡Te vas a morir de hambre!”, respondió el papá de Cepillín, cuando este regiomontano se llamaba simplemente Ricardo González y entre sus sueños estaba el ser pintor, artista o portero.

¿Un guardameta de nariz roja?, se le pregunta al veterano payasito de la TV, quien presume que “era guardameta de los buenos”, que probó fortuna con el equipo de Nuevo León en la Primera Especial y que, a lo largo de su carrera artística, se ha dado el privilegio de enfrentar en cascaritas a leyendas como el Tubo Gómez, el Tigre Sepúlveda, Chololo Díaz, Mario Pérez, Milton Carlos, Alberto Guerra y Zague.

En la charla con Excélsior, Cepillín muestra conocimiento del balompié mexicano, confiesa su amistad con muchos futbolistas (nacionales y extranjeros) y prefiere los futbolitos de mesa antes que sentarse e intentarlo con las maquinitas del futbol virtual. También dice que les tiene cariño a
La Pandilla, los Tigres, Chivas y Cruz Azul, equipos donde hizo muchos cuates. “¿Al América?, ¡nunca!... y eso que trabajé muchos años en Televisa”.

 

 

¿Un portero de nariz roja?

En esos años, te hablo de la prehistoria, no sabía que iba a ser payaso. Era joven, buen portero, estudiaba en la Prepa 2 de Monterrey y participaba en la Liga Hispanoamericana. Mido 1.82 metros de estatura y, a mis 74 años, todavía tengo agilidad. Tenía un compañero llamado Ricardo Escamilla, quien se fue con los Rayados. Yo me fui a probar con los Jabatos y me quedé en Primera Especial. Todavía no aparecían los Tigres. También quería ser pintor, así que fui a hablar con mi padre y me mandó a volar. Terminé de odontólogo, aunque al final me convertí en Cepillín.

¿De qué años de la prehistoria estamos hablando?

Imagínate, el Tec de Monterrey sólo tenía tribunas de un solo lado. Los Tigres y el estadio Universitario aún no se asomaban en la Primera División. En ambos estadios se dieron peleas de box, corridas de toros y otros espectáculos para su remodelación. Te hablo de los años 60.

Perdimos un buen portero.

No tanto, porque seguí bajo los tres palos aunque de manera amateur. En Monterrey conocí futbolistas como el brasileño Milton Carlos, a Amaury Fonseca, Guaraci Barbosa, el técnico Roberto Scarone, Mario Pérez, el Gallo Jáuregui. También tuve la oportunidad de jugar partidos amistosos ante el Tubo Gómez, el Tigre Sepúlveda, Jamaicón Villegas, Chava Reyes y Nacho Calderón.

Hablamos de un atleta, en su juventud.

En la escuela corrí los 110 metros con obstáculos y los 800 metros planos, era muy ágil y era muy buen portero. Fui suplente de un guardameta llamado Cotera en el equipo que se convertiría en los Tigres. Me quedó el gusanito de ser el mejor portero de México.

¿No se arrepiente?

Todos los papás queremos que nuestros hijos tengan una profesión. Somos una familia de siete hermanos y obedecías. Terminé la carrera de odontología, pero reconozco que mis papás se equivocaron. Al final, ni odontólogo, ni pintor y tampoco cancerbero.

¿Cambiaría a Cepillín por ser portero de la Selección Mexicana?

¡Uyyy! Dios me fue guiando y no creo cambiar a Cepillín por haber sido guardameta del Tri. Como payaso he tenido una carrera de 50 años, con cinco mil programas de TV y hasta la fecha se escuchan mis canciones. Como portero, no creo que me hubiera hecho tan longevo como el Conejo Pérez.

¿Qué estadios pisó como guardameta?

En el estadio Azteca jugamos muchas veces Cómicos vs. Veteranos del América, a veces la hice de árbitro. Incluso llegamos a enfrentarnos a actrices como Verónica Castro. Conviví con Zague, conocí a Nacho Trelles, al Güero Raúl Cárdenas. Con Enrique Borja hicimos un show en Los Ángeles.

¿Algún partido especial?

Una vez jugamos contra los veteranos del Campeonísimo en el estadio Jalisco. Me impactó que en la portería contraria estuviera nada menos que el Tubo Gómez.

Usted trabajó muchos años en Televisa, de seguro le va al América.

Es al último equipo al que le iría. En aquellos años se tenía la idea de que todos los que trabajábamos en dicha televisora teníamos que ponernos la camiseta. Por lo menos, a mí nunca me lo pidió El Tigre Emilio Azcárraga. A mí me gustan los Rayados, los Tigres, las Chivas y Cruz Azul porque en dichos equipos he hecho muchos amigos.

Como Robert Dante Siboldi.

Al técnico del Cruz Azul lo conocí en Monterrey. Tengo demasiados amigos en el futbol y con muchos de ellos llegué a jugar cascaritas.

¿Qué lo motivó a querer ser portero?

Cuando las crónicas de futbol se escuchaban en la radio, un cronista narraba una noche un encuentro por la final entre las Chivas y el Oro. El portero de las Chivas era El Tubo Gómez y del otro lado estaba Toño Mota. El locutor contaba que Mota acababa de salvar su portería de manera espectacular. Tenías que imaginarte lo que estaba ocurriendo y, claro, querías ser como El Tubo Gómez o Toño Mota. Eso es historia.

Se da mucho el acercamiento entre artistas y el futbol.

José Alfredo Jiménez también fue portero y amigo de la Tota Carbajal. Cantinflas rescató al América cuando el equipo estaba fregado. Chespirito también le hizo a la patada.

Imagino que sigue el futbol en la TV. ¿Le gusta el futbol virtual?

Fui bueno para jugar con las maquinitas, pero no tan sofisticadas como las actuales. Aunque era mejor para el futbolito de mesa y también me ponía en la portería. Con los monitos de adelante no me acomodaba.

¿Un portero callado o malhablado?

Malhablado, como muchos. Me sé todas las groserías.

Una posición distinta a las otras 10 en la cancha.

Gocé tanto la portería. Un día me quebré un brazo por lanzarme a los pies del delantero en turno, no dije nada y seguí jugando. Y del partido al hospital. A la semana siguiente regresé a la cancha y ¡de nuevo al hospital!

Cuando el futbol era de llano.

Los balones eran de cuero, las canchas de lodo. Cuando había charcos, la pelota se ponía dura y un balonazo dolía como no te imaginas. En los barrios había jugadores que le pegaban a la bola al estilo Roberto Carlos. Ahora, a estas pelotas hasta yo les pego.

¿Qué imágenes guarda de algunas leyendas?

Me acuerdo mucho del gol que se anotó el Gato Marín. También me tocó ver a Pelé jugar en el estadio Universitario ante los Tigres. Ese día me le acerqué para que me autografiara una foto. P-e-l-é, es todo lo que escribió.

¿Algún ídolo?

La Tota Carbajal, me acuerdo de él en el Mundial de Inglaterra 66 y su despedida. Después fue un gran entrenador. También me acuerdo del Fello Hernández del Monterrey, quien hacía trucos con la pelota como la Cuauhteminha.

¿Ésa no la creó el Cuau?

¡Nooombre! Esa jugada es viejísima, de cuando se podía jugar en las calles.

 

cva

 

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