El tiempo nos dirá
Comenzó en Londres, el torneo de tenis más famoso del planeta: Wimbledon. El legendario evento en la capital inglesa vuelve a recibir a las mejores raquetas de la ATP y de la WTA, además de miles de aficionados ávidos de ver dos semanas de fantásticos partidos, ...
Comenzó en Londres, el torneo de tenis más famoso del planeta: Wimbledon. El legendario evento en la capital inglesa vuelve a recibir a las mejores raquetas de la ATP y de la WTA, además de miles de aficionados ávidos de ver dos semanas de fantásticos partidos, en medio de un ambiente único.
Ahí, en las legendarias canchas del All England Lawn Tennis and Croquet Club se escribirán nuevas páginas gloriosas del deporte blanco, nuevas historias que quedarán grabadas en la memoria de todos aquellos que asistan a las instalaciones o de quienes puedan ver por televisión la transmisión de los partidos que ahí se disputarán. Aunque sobran grandes tenistas que estarán participando en ambas ramas (incluyendo a leyendas como Serena Williams, Rafa Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray), habrá ausencias importantes, algunas por lesión, y otras por decisión de los propios organizadores del torneo, pero ninguna que se extrañe más que la de Roger Federer.
El maestro suizo sigue recuperándose de los problemas físicos que lo tienen alejado de las canchas desde la edición 2021 del magno evento inglés. Tras su derrota el verano pasado, ha estado en una lucha constante a contrarreloj y contra su propio cuerpo por regresar a jugar, por irse del deporte que tanto le ha dado en sus propios términos. Hasta ahora, el esfuerzo ha sido infructuoso, aunque su retorno a la competitividad parece cercano, y él ha insistido en que espera ser parte regular del circuito en 2023.
Es una realidad que ya tiene tiempo que su adiós se acerca, es algo obviamente inevitable, pero eso no significa que, como aficionado al deporte blanco y especialmente a él, uno se quede tranquilo, buena parte de mi amor al tenis se forjó viéndolo jugar, ya que a pesar de que mi afición inició a principios de los 80, verlo irrumpir en la escena profesional, a principios de siglo, fue un momento inolvidable.
Su clase, estilo de juego, gracia, carisma, deportivismo lo han convertido en un ídolo de millones, en un ejemplo a seguir por lo que hace tanto dentro como fuera de la cancha. Y es precisamente en la cancha, en donde se le añora tanto, este año sin él en activo, no ha sido lo mismo, sin la expectativa de verlo en las canchas, de maravillarnos con su talento, ya que, a pesar de que, en los últimos años estaba lejos de su mejor versión, las pinceladas que nos regaló son imborrables.
Hoy Wimbledon lo extraña. Su legado es impresionante, nadie como él en la rama varonil en el césped sagrado: más títulos, más finales, más partidos disputados, y mayor número de participaciones.
No sé si su esfuerzo le alcanzará para estar de regreso en la siguiente edición, ése es mi deseo, poderlo ver una vez más en la que se convirtió en su casa. Diciendo adiós a un público que se enamoró de su juego, y que daría lo que fuera por tenerlo de regreso.
Sólo el tiempo nos dirá si llegará la participación 23, por el momento, nos tendremos que conformar con el recuerdo de sus múltiples hazañas.
