Un trágico final
El cuerpo encorvado de Roy Campanella estaba atorado entre el asiento y el volante del Chevrolet 1957. Los vecinos salieron en la madrugada ante el estruendo del impacto del bólido con una caseta telefónica. “¡Es Campy, es Campy!” gritaron sorprendidos los testigos ...
El cuerpo encorvado de Roy Campanella estaba atorado entre el asiento y el volante del Chevrolet 1957. Los vecinos salieron en la madrugada ante el estruendo del impacto del bólido con una caseta telefónica. “¡Es Campy, es Campy!” gritaron sorprendidos los testigos que reconocieron al ídolo de los de Dodgers de Brooklyn.
Aquel frío 28 de enero de 1958 estaba marcado por la tragedia para el famoso catcher de los Dodgers. Desde el momento en que tuvo que mandar a arreglar su auto, lo que le obligó a rentar uno. El que le cancelaran, de último momento, una entrevista para un programa de televisión y por eso decidiera pasar a la licorería, de la que era dueño, para ayudar en el cierre de la jornada.
A las 3:34 de la madrugada y a menos de dos kilómetros de llegar a su casa, Roy Campanella, de entonces 36 años, no pudo tomar una curva en forma de “S”. El auto se patinó por el hielo en el asfalto y volcó tras el impacto.
“Se quejaba de que no podía mover las piernas”, mencionó uno de los testigos que lo auxiliaron.
Campanella fue sometido de urgencia a una operación al presentar fractura de cuello, dislocación de la quinta y sexta vértebras cervicales, así como una compresión de la médula espinal, lo que generaba una parálisis desde los hombros hacia abajo.
El pronóstico médico era reservado, pero el especialista adelantaba que, al menos, pasaría seis meses en el hospital y un año para intentar regresar a los diamantes.
Campanella era considerado uno de los mejores catchers de su época. Ganó el premio de Jugador Más Valioso en tres ocasiones y colaboró en el título de 1955 al pegar dos cuadrangulares y empujar cuatro carreras en la Serie Mundial frente a los Yankees. Al momento del accidente era el beisbolista mejor pagado de la historia de los Dodgers, con un salario de 42 mil 500 dólares anuales.
Atrás había quedado su infancia en la que era insultado en el colegio por sus orígenes. Hijo de un italiano y una afroestadunidense, Campanella recibía los gritos de “¡mestizo!”.
Campanella fue el tercer pelotero de raza negra en las Grandes Ligas y una leyenda con los Dodgers. En la sufrida posición de catcher superó fracturas de manos y dedos. Esa fortaleza física encendía la esperanza de una recuperación
Roy Campanella se vio obligado a vender su mansión para pagar los gastos médicos al estar casi un año hospitalizado. A pesar de los esfuerzos médicos, nunca recuperó la movilidad.
En una silla de ruedas pasó 35 años y siguió con su trabajo con los Dodgers en diversas áreas hasta el día en que murió, en 1993.
Roy Campanella ingresó al Salón de la Fama en 1969 y está considerado como el tercer mejor catcher de la historia.
