Golpes de la vida

El 4 de enero de 1998 Benito Santiago estrelló su flamante Ferrari con un árbol. Sacudido todavía por el accidente en Florida, el entonces catcher de los Azulejos de Toronto pensaba que su carrera en el beisbol tendría un final trágico e incluso dudaba que pudiera ...

El 4 de enero de 1998 Benito Santiago estrelló su flamante Ferrari con un árbol. Sacudido todavía por el accidente en Florida, el entonces catcher de los Azulejos de Toronto pensaba que su carrera en el beisbol tendría un final trágico e incluso dudaba que pudiera volver a caminar.

No había sido el mejor inicio de año para Santiago, quien de pronto despertó en el hospital con una conmoción cerebral, lesión en una vértebra y el ligamento de la rodilla derecha destrozado.

Entonces, el puertorriqueño desafió los reportes médicos que descartaban un regreso a los diamantes, sobre todo en una posición tan sufrida como la de receptor. Santiago estaba de vuelta con los Azulejos exactamente nueve meses después.

Benito Santiago ya era un catcher estelar. Debutó en 1987 con los Padres de San Diego, temporada en la que fue designado Novato del Año gracias a su excelente defensiva, pero también por destacarse como un oportuno bateador. En ese año impuso una marca para debutante con 34 juegos consecutivos pegando de hit.

Una de las cualidades que llamaba poderosamente la atención de Santiago era su habilidad de lanzar hincado a las bases en los intentos de robo, una destreza que perfeccionó ante la impotencia de no poner fuera al velocista Vince Coleman en sus duelos que se remontaban desde ligas menores. Con esa nueva “arma” sorprendió a uno de los mejores ladrones y finalmente atrapó a Coleman. Desde entonces, esos efectivos tiros a las almohadillas identificaron al catcher puertorriqueño.

Con los Padres llegaron los Guantes de Oro, los Juegos de Estrellas e incluso votos para Jugador Más Valioso. Recibió contratos millonarios y con Marlins se convirtió en el primer jugador de la franquicia en conectar jonrón.

Con Azulejos tuvo un buen primer año y luego se presentó el accidente, el cual le dejó secuelas con dolores intensos en las articulaciones que afectaron notablemente su rendimiento en los siguientes años con Cachorros y Cincinnati.

Pero, cuatro años después de aquel choque, volvía a los grandes escenarios a jugar su primera Serie Mundial con Gigantes de San Francisco, equipo en el que fue designado Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.

A los 37 años cumplía el sueño infantil de jugar en un Clásico de Otoño.

Benito Santiago siempre demostró fortaleza para superar las adversidades. A los tres meses de nacido su padre murió en un accidente en el camión en el que trabajaba y su mamá lo abandonó con una familia cercana. A los siete años se enteró que a los que consideraba como sus padres en realidad no lo eran. Creció en la pobreza y pudo terminar atrapado en algún barrio peligroso, pero el beisbol se convirtió en su salvación y lo llevó a brillar en las Grandes Ligas.

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